El Barça devuelve el precio de la entrada

La noche europea terminó con una perla de Ronaldinho, que necesitaba algo así. Gritó su gol con rabia salvaje, pero su alegría no fue mayor que la de la legión de admiradores que le esperan. La víspera se quejaba de que andaba con dolores, de que quizá por eso no rendía tanto. O quizá porque el equipo es otro, hay más talento y el juego se reparte, no se canaliza por él de forma exclusiva, como el año pasado. Eso es bueno, pero a sus admiradores nos deja un cierto vacío verle intervenir poco, verle menos alegre, menos decisivo. Por eso su gol se transformó en una explosión de júbilo colectivo. Por eso y porque venía a premiar a un gran Barça.

Este Barça devuelve siempre el precio de la entrada, porque siempre sale a ganar. Incluso en el césped artificial de la Gramenet, aunque no lo consiguiera. El nivel de inspiración no siempre es el mismo, pero juega con tal entrega y dedicación que las musas le encuentran de pie, con el pincel en la mano y frente al lienzo. La de ayer fue una victoria del Barça, pero también fue la victoria del fútbol bien hecho, con compromiso y con calidad. Y le pone prácticamente en octavos. Por su parte, el Valencia puede, al menos, decir que sigue vivo. Soler sigue sin ver ganar a su equipo, pero ayer al menos sacó un empate áspero y difícil que quizá valga. Quizá.

Hoy les toca al Depor, que anda depre y necesita ganar o ganar, y al Madrid, que lo tiene difícil. El triple empate a seis puntos es equívoco, porque Bayer y Dinamo tienen sendas victorias por 3-0 en el zurrón y si al final hay que contar goles el Madrid va a ir en desventaja. Perder hoy equivale a apuntarse directamente a la UEFA. Así que el Madrid, que está en un sí es no es, saldrá a por todo, con sus cuatro balones de oro, su Zidane-Guti en la media y las ganas que no puso ante el Getafe. Lo malo es que lo que tiene enfrente es un equipo de verdad bueno, con el letón Verpakovskis por añadidura, que faltó en el Bernabéu. Un tipo peligrosísimo.

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