Una vez más me ha engañado el ciclismo

Ahora resulta que el podio de la Vuelta no vale. Santi Pérez ha dado positivo por doping de sangre. Sus arrebatadoras victorias de etapa, con las que tanto conseguí entusiasmarme venciendo cierta tendencia a la sospecha, tampoco valen. Ratos vividos frente al televisor, lectura entusiasta de crónicas en este o en otros periódicos, el gozo íntimo de contemplar el esfuerzo y la superación de un deportista... Todo ha sido otra vez mentira. Como su compañero de equipo, Hamilton (medalla de oro en Atenas, no olvidemos) Santi Pérez había acudido a una práctica prohibida, sobre la que Manzano nos ilustró en estas páginas.

Hamilton y Santi Pérez son, como Camezind, corredores del Phonak, marca que invierte su dinero en el ciclismo para conseguir imagen. ¿Qué imagen se consigue así? ¿Qué puede explicar ahora Álvaro Pino, director del equipo? ¿Alguna autoridad del ciclismo va a tirar ahora de la pista del médico que está detrás de todo esto, un desahogado que se enriquece envileciendo un deporte de leyenda? ¿Qué hacemos ahora con Phonak y Álvaro Pino? ¿Los mantenemos en ese UCI-ProTour, que se supone una iniciativa regeneracionista del ciclismo? ¿Nos tragamos la rueda de molino de que en el equipo no sabían nada, que el equipo es inocente?

Mientras, la aseguradora en la que US Postal aseguró el pago a Armstrong por el sexto Tour no quiere soltar el dinero. Los datos publicados en el libro L.A.Confidential, cuya puesta en circulación trató de impedir Armstrong ante el juez sin conseguirlo, la han puesto sobre aviso. Si el Tour no es limpio, no pagará. Un dato más: Ferrari, el médico que mueve los hilos de la preparación médica de Armstrong, ha sido condenado a cárcel en Italia por prácticas dopantes. Nos gusta el ciclismo pero, ¿cómo seguir creyendo en él? Sólo con actitudes y testimonios como los de Manzano y Simeoni se puede salvar. Pero los que hablan lo pagan caro.

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