A Lance le quemaba el amarillo

Ayer era el día para romper la carrera y dar un vuelco en la general. La etapa tenía todos los ingredientes para arriesgar y sacar buen provecho de ello: lluvia, viento lateral, las fuerzas tocadas después de la crono... Equipos como el US Postal de Armstrong o el T-Mobile de Ullrich han preferido estarse quietos, por seguridad. En cierto modo es lógico, de haber intentado hacer algo, que más de un corredor hubiera perdido el tren de la carrera. Es una decisión poco reprochable porque la jornada se las trajo: hubo nada menos que 60 caídas en varios tramos de la etapa. Tampoco quiso meterse en líos el Liberty de Manolo Saiz, un equipo con muy buenos rodadores y que si se lo hubiera propuesto, hubiera roto la carrera. Tampoco ellos asumieron el riesgo, lo que nos privó de ver una etapa bonita.

Pese a la falta de acción, llegó a la meta en Chartres una escapada con cinco corredores: Stuart OGrady, el vencedor, Jakob Phiil, Magnus Backstedt, Sandy Casar y Thomas Voeckler. Éste último, campeón de Francia, es el nuevo líder de la carrera y lo será casi con toda seguridad hasta que la carrera llegue a los Pirineos. Que el americano haya perdido el maillot de líder es anecdótico. A Lance le quemaba el amarillo porque llevarlo supone un desgaste tremendo no solo para el portador, sino para todo el equipo que se ve obligado a asumir el peso de la carrera. Armstrong sabe que si está en buena forma, como lo está demostrando hasta el momento, en las primeras etapas de montaña no tendrá ningún problema para recuperar el maillot de líder. Hasta entonces, viajará sin presión.

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