Los rivales de Silksong por el trono indie: 10 juegos imprescindibles tan buenos o mejores que Hollow Knight
La redacción de MeriStation elige sus videojuegos indie favoritos.
Si ayer os dábamos 5 alternativas a Hollow Knight dentro del género metroidvania, hoy venimos con 10 más, pero dentro de la escena indepentiende. Porque a lo mejor Silksong no es para todos (aquí la prueba), pero los videojuegos sí. Solo tienes que encontrar el que te haga click a ti. A continuación tenéis una lista de los que en su día emocionaron a la redacción de MeriStation tanto como Hornet. Únicos en su especie, inolvidables y hasta según dicen algunos compañeros, capaces de cambiarte la vida. ¿Los habéis jugado todos?
Hades
Cantó victoria Kingdom Come 2 y apareció Expedition 33. Entonaron la marsellesa los franceses y Donkey Kong irrumpió en escena. Nintendo se golpeó el pecho al ritmo de Pauline y entonces Silksong anunció su fecha de salida. Mal haría el Team Cherry en repetir el mismo error con un juego como Hades 2 en el horizonte. Que nadie entregue ningún GOTY todavía. Supergiant se merece un respeto después de regalarnos uno de los mejores roguelites de la historia y el primer videojuego en ganar un prestigioso premio Hugo.
Basado en un pequeño fragmento de una obra de Esquilo en la que se sugiere que Hades tenía un hijo llamado Zagreus, el juego propone encarnar al joven en sus intentos por escapar del inframundo. La gracia está en que si morimos, volvemos al reino de nuestro padre y la historia no se detiene, sino que prosigue. Al fin y al cabo los Dioses no pueden morir... ¿no? La narrativa creaba una explicación perfecta para las mecánicas del género y rompía las barreras entre historia y jugabilidad.
Lejos de conformarse con ese ramalazo de originalidad, la experiencia a los mandos es un chute de acción en vena que propone una serie de combates tan rápidos y adictivos como completos y satisfactorios. Todo ello aderezado con un envoltorio audiovisual que modernizó el panteón griego con atrevimiento, sensualidad y acierto, cautivando y creando escuela. En resumen, no hay un solo apartado de Hades que no rinda a nivel de matrícula de honor. Un juego memorable y digno de pertenecer al Olimpo que conforma la siguiente lista.
Braid
17 años. Repito: 17 años. Esto es lo que hace que salió Braid, un juego que aún saliendo hoy, en pleno 2025, seguiría sobresaliendo entre miles y miles de lanzamientos independientes en Steam, y haría correr ríos de tinta en webs y redes sociales. Sin embargo, su mérito es otro, y no es baladí precísamente: haber sido el primer éxito indie de la historia, abriendo la puerta a todos los juegos de los que hablarán mis compañeros en este texto, incluido, por supuesto, Silksong. Sin Braid, tal vez ninguno de ellos habría existido posteriormente. Jonathan Blow fue un genio más allá de declaraciones altisonantes, siendo capaz de mucho con muy poco y demostrando que con buenas ideas e imaginación es posible llegar donde no se hace con millones de dólares. The Witness fue la muestra de que aquello no fue flor de un día, ni un chispazo puntual, pero ojalá este hombre fuera más prolífico...
Outer Wilds
Me dejé llevar por la obra de Mobius Digital porque leí a un desconocido en X (Twitter) asegurar que le había cambiado la vida. Me adentré en él sin saber absolutamente nada de cómo era o sobre qué trataba, y aunque no creo que me haya cambiado la vida, sí que puedo asegurar con total convicción que es uno de los mejores videojuegos que he visto jamás. Una experiencia de exploración espacial única, en la que nos vemos atrapados en un bucle de 22 minutos que siempre termina con una supernova haciendo implosionar el universo.
Es capaz de transmitir una sensación de descubrimiento indescriptible que no te pueden contar; debes experimentarlo por ti mismo, porque no existen las palabras adecuadas para explicar por qué es una obra maestra. En el futuro, cuando haga una lista de mis títulos favoritos, Outer Wilds estará junto a esos Zelda: Majora’s Mask, Dark Souls, Hollow Knight, Silent Hill 2 y Super Mario 64, entre otros.
The Binding of Isaac
Antes de que el género indie hubiera sido bautizado como tal existían juegos como The Binding of Isaac. Con Edmund McMillen a la cabeza y después del pelotazo de Super Meat Boy, The Binding of Isaac fue (y es) un referente para el género roguelike. Pasó de ser un simple juego hecho con flash en 2011 a recibir actualizaciones hasta 2021. Por contenido no hay queja. Si superáis su puerta de entrada tan compleja podéis estar frente a un juego al que le echéis más de 300 horas fácilmente. Cada partida es distinta porque sabes cómo empiezas, pero no cómo acabas. Igual os podéis volver muy poderosos en un solo nivel que se echa todo a perder en una única sala porque recompensa y penaliza a partes iguales dependiendo de vuestras decisiones. Es tremendamente adictivo con partidas de apenas 40 minutos, retos, desbloqueables, transformaciones, centenares de sinergias, más de 30 personajes... ¿Quién quiere un juego pudiendo tener uno nuevo todos los días?
Castle Crashers
Mientras que Braid fue una de las principales puntas de lanza del fenómeno indie tras su lanzamiento en agosto de 2008 en Xbox 360, Castle Crashers no le fue muy a la zaga tanto en repercusión como en fecha de lanzamiento. Este modesto título de The Behemoth, creadores también del divertidísimo Alien Hominid, supuso una pequeña gran revolución no solo dentro de la escena de los videojuegos independientes, sino también dentro del género beat ‘em up. Aunque con el paso del tiempo llegó a más plataformas, fue exclusivo del tristemente cerrado Bazar Xbox Live durante un par de años.
Se puede afirmar perfectamente que este juego, que contaba con modos multijugador cooperativos y competitivos para hasta cuatro jugadores tanto de forma local como a través de internet, fue uno de los primeros que abrió los ojos a miles de jugadores en todo el mundo. Efectivamente, había vida más allá del AAA de turno, y que un videojuego tuviese unos valores de producción modestos daba exactamente igual siempre que fuese divertido. Y vaya si lo era.
Shantae
No se puede hablar del mercado sin olvidar a esta semi-genio que se convirtió en una estrella del desarrollo independiente. Wayforward había creado a esta encantadora y mágica bailarina de danza oriental y tenía un deseo: publicar su obra. Consiguió su debut gracias a Capcom en Game Boy Color durante los últimos coletazos de esta consola, y eso le causó un lanzamiento discreto. Shantae se había convertido en un metroidvania de culto, maldito por su propio alcance comercial que dificultó que alguna publisher apostara por esta adorable heroína que abatía a sus enemigos con su larga cabellera. No obstante, fue gracias al mecenazgo con lo que Wayforward pudo publicar una secuela ocho años después. Veintitrés años más tarde, Shantae sigue más viva que nunca, con su entrega Risky Revolution recién publicada y resucitada tras su triste cancelación en 2004. Shantae es una saga con sabor a verano, con humor inocente y una positiva celebración de la sensualidad. Y, además, hacen que la bondad mole.
Inside
En plena explosión del mercado indie, en 2010 irrumpía con fuerza Limbo, de los daneses Playdead, un plataformas 2D con rompecabezas que nos dejó a todos alucinados por lo que se podía lograr y transmitir con tan poco. Un videojuego que logró posicionarse entre los mejores de su año, ya fueran títulos independientes o AAA, amasando premios por doquier y el merecido reconocimiento de crítica y público. Pero Arnt Jensen y Dino Patti, fundadores del estudio afincado en Copenhague, tenían aún mucho más que ofrecer; de su experiencia previa nació el llamado Project 2, que poco después se convertiría en Inside, el sucesor espiritual de su ópera prima que iba incluso más allá, tanto en lo jugable –ahora estábamos ante un plataformas 2.5D con el mismo gusto por los puzles y el misterio– como en lo que pretendía transmitir. Fue en 2016 cuando Inside se coronó como uno de los mejores juegos indie lanzados hasta el momento, una obra que te deja sin palabras mientras viajas a través de un mundo apático y desolado que provoca más preguntas que respuestas. Una de aquellas experiencias que sugieren más que enseñan y que nos invitan a debatir con otros jugadores acerca de su mensaje, su significado y sus verdaderas intenciones. Como solo hace el buen arte.
To the Moon
No es uno de esos juegos de mecánicas variadas y complejas, pero To the Moon nos sumerge en una aventura narrativa con simpáticos gráficos bidimensionales similares a los de los RPG de antaño. El juego está protagonizado por dos científicos con un trabajo muy curioso: se introducen en la mente de pacientes moribundos para cambiar sus recuerdos y sustituirlos por momentos felices, por una vida ideal.
En esta primera entrega, los doctores Rosalene y Watts se encargan de Johnny, exploran sus recuerdos, los alteran y descubren su mayor anhelo: viajar a la luna. Al juego no le falta humor, pero sobre todo, rebosa emoción. A este título le siguen sus dos secuelas, Finding Paradise y Imposing Factory.
Earthion
- Alberto Zaragoza, colaborador
Uno de los géneros históricos del videojuego es el SHMUP, los juegos de naves de toda la vida, y el indie ha supuesto en muchos casos una revitalización del mismo. De parecer sepultado a tener un mercado estable y con grandes lanzamientos de continuo, y Earthion ha conseguido destacar como pocos.
Un juego de Ancient, la compañía fundada en 1990 por la familia Koshiro, y que tiene en la actualidad a Yuzo Koshiro como su gran exponente. El legendario compositor ha dado vida a un juego con alma de 16 bits, y es que ha sido creado para funcionar en una SEGA Mega Drive, pero que al mismo tiempo se siente actual. Un clásico moderno que es todo un homenaje al SHMUP, pero con un carisma propio que nos hace viajar en el tiempo a una época en la que los juegos de naves eran una fuerza dominante en la industria del videojuego.
Dwarf Fortress
‘Indie’ mucho antes de que ese término fuera reconocido por el público y usado como etiqueta (su primera versión pública data del 2006). Un juego hecho, literalmente, por dos hermanos que lo ofrecían gratuitamente y que han vivido muchos años a base de las donaciones voluntarias de sus jugadores. Un juego que, a todas luces, jamás será finalizado. Y también uno de mis juegos favoritos de siempre. Dwarf Fortress es, de hecho, más que un juego: es una idea, un potencial, un sueño de aventura ilimitada, de imperios que surgen y mueren, de historias que perviven en la leyenda.
El nivel demencial de simulación, en donde se tiene en cuenta cosas como el funcionamiento de los órganos internos de cada personaje, la ilimitada cantidad de posibilidades y aventuras que se puden vivir, y el hecho de que todavía es una obra que sigue creciendo, avanzando y sorprendiendo. Un título atemporal que siempre tendrá cosas que ofrecerme cada vez que me animo a jugarlo.
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