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Cazadores de Lore: La Leyenda de Boatmurdered

Nos adentramos en la trágica historia de un lugar que sólo es nombrado entre asustados susurros por los enanos.

Nota: "Cazadores de Lore" es un espacio en el que buscamos historias dentro de los videojuegos, ya sean parte del mundo construido por sus autores, como escenarios creadas por los propios jugadores dentro de los confines del título. En este texto resumimos la historia de una de las construcciones más célebres en Dwarf Fortress: Boatmurderded, el resultado de una partida por turnos protagonizada por diferentes foreros de SomethingAwful.

Strike the Earth!

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Cuentan las crónicas, que en el año 1050, en el mes del Granito, una expedición proveniente de la civilización enana de Kinmelbil llegó a un nuevo emplazamiento bajo la promesa de encontrar nuevas y ricas fuentes de codiciados minerales. La expedición inicial que puso los cimientos de este asentamiento fue formada por un minero, un leñador, un par de granjeros y algunos artesanos, un grupo de siete bien provisto de carne y, especialmente, cerveza, con la que poder empezar a picar la dura piedra.

Del diario recuperado de esos primeros colonos se puede extraer que sus primeros días fueron plácidos. El lugar estaba cerca de un río, que fue utilizado para irrigar el suelo y comenzar los primeros cultivos. Pronto la expedición contó con sus pequeñas habitaciones y un lugar en el que estar a salvo del inclemente cielo abierto. Con el trabajo realizado, el grupo pasó la prueba de fuego de pasar el primer invierno a salvo. Sólo un elemento inquietaba a los primeros habitantes de los túneles: la enorme cantidad de elefantes salvajes que habitaban los alrededores, un dato que si bien irrelevante en ese momento, marcaría la historia del asentamiento.

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En una muestra del humor absurdo típico de este pueblo, se llamó a este enclave “Boatmurdered” y se decidió que cada año, un enano distinto ocuparía el papel de arquitecto, una decisión extrañamente democrática para una sociedad tan jerarquizada como la enana y que fue, en buena parte, la responsable de la caótica y extraña historia que aconteció en este lugar.

De las crónicas de los primeros meses no queda nada demasiado reseñable. Mientras se iba profundizando en la roca los primeros residentes no tuvieron demasiados problemas, excepto por los ataques de mandriles rabiosos, que también habitaban esa zona en grandes cantidades y que se lanzaban en hordas a robar todo lo que podían -incluyendo alguna extremidad si algún habitante tenía la mala suerte de cruzarse con ellos-. En uno de los ataques, un perro de guerra fue herido y su pecho quedó destrozado, pasándose el resto de sus días buscando a su amo y cayendo inconsciente a cada paso por los oscuros pasillos. Nadie tuvo el estómago de poner fin al sufrimiento del animal.

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En el año 52, Boatmurdered era ya un asentamiento establecido y los grupos de inmigrantes empezaban a llegar, aumentando la capacidad de producción y ampliando el recinto con (muy pequeñas) habitaciones y diferentes talleres. Su supervisor por aquel entonces decidió producir la primera gran obra de ingeniería dentro del enclave, un puente levadizo que protegía el acceso principal al corazón primigenio de la fortaleza. Al quedar levantado, el único punto de acceso era un pasadizo cerrado con varias balistas apostadas en los laterales, permitiendo aniquilar a cualquier fuerza invasora sin abandonar la protección de los muros. De este año también data la primera obra notable de un artesano, una mesa legendaria llamada “¡sirope de sonido!” adornada con piezas de caparazón de tortuga y bellas grabaciones de fieros hombres-lobo en madera . De las crónicas de esos días, llama la atención la dureza del supervisor: ante el intento de un granjero de comenzar una fiesta, el encargado selló la habitación en la que se encontraba, condenándolo a una muerte lenta por inanición. Esa era la dureza de aquellos primeros años.

El sistema de mandato rotatorio estaba siendo efectivo en lo esencial, con una fortaleza funcional, repleta de comida y relativamente segura, pero los diferentes directores no tenían tiempo para los detalles finos. La fortaleza estaba plagada de animales, objetos tirados y animales vivos atrapados en trampas, lo que hacía que andar por sus pasillos no fuera una experiencia edificante entre el ruido y los olores. Pero la comodidad de los nuevos habitantes de Boatmurdered no era precisamente algo que preocupara a sus encargados: lo principal era poner en marcha las forjas y empezar a dar forma a los primeros depósitos de hierro encontrados.

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Mientras, los inmigrantes seguían llegando, al menos aquellos que no eran aplastados por la manada de elefantes permanentes a la puerta del asentamiento. Para evitar tragedias dentro del recinto, se empezaron a fabricar cada vez más trampas, llegando a atrapar una ingente cantidad de elefantes, mandriles e incluso un leopardo, que quedaban encerrados sin que nadie les prestara especial atención -excepto para sacrificar alguno para conseguir grandes porciones de carne y huesos-. La preocupación de los encargados radicaba en poner a su servicio el río de lava que se había encontrado, necesario para crear una forja de magma con la que trabajar materiales más valiosos. Mientras, se instaló un dispositivo por el que una mera palanca servía para arrasar buena parte de la fortaleza, un mecanismo que sería cuestionado por futuros arquitectos que llegaron a denominar la fortaleza como una “trampa mortal” para ellos mismos.

A partir del cuarto año desde la fundación de Boatmurdered, una vez establecido el potencial del asentamiento y encontrado materiales preciosos como plata, es cuando los responsables empiezan a pensar más allá de la mera supervivencia. Comienzan a llegar nobles de Kinmelbil, y con ellos llega la necesidad de crear instalaciones más lujosas, así como proporcionarles sus caprichos. Incluso el supervisor de una fortaleza enana tiene que prestar atención a las necesidades y caprichos de los nobles. Además de construir recintos aptos para la nobleza, el responsable ese año decidió realizar algunas mejoras como mejorar el puente sobre el río en el que ya varios enanos habían perecido al cruzar con la corriente alta. También decidió hacer algo con los animales capturados, asignando a varios obreros para entrenarlos y domesticarlos.



Lo que parecía una buena idea en un principio, se convirtió en una pésima cuando un elefante, Ikudoltud, se escapó y aniquiló a dos perros de guerra, además de crear una gran conmoción. Con este animal comenzó la primera gesta militar de renombre en la fortaleza, cuando un escuadrón liderado por la espadachina Unib Besmarlaltur y varios perros de guerra lucharon contra el elefante, venciéndolo finalmente con una estocada en el pecho. La hazaña le valió a Unib convertirse en la primera Capitana de la Guardia.

Crónicas de Ral "StarkRavingMad" Swaeringen, supervisor de Boatmurdered en el año 1055

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“Estaba tranquilamente bebiendo en la taberna en Kinmelbil cuando un puñetero enano con pinta de noble me dijo que “tenía el honor” de aceptar la posición de supervisor en uno de nuestros asentamientos. “Honor, mi trasero peludo de enano”, me dije, imagino que alguien ha averiguado nuestro hallazgo de oro en los Picos del Pesar y esta es su forma de quitarme de enmedio. Pero qué le vamos a hacer, la orden viene firmada por el mismo rey, directo del condenado Kadol Logemfikuk, así que cualquier objeción que haga me valdrá un martillazo del Capitán de la Guardia….”

“Llegué a Boatmurdered, y mi impresión inicial se puede resumir en estas palabras:”

“Qué”

Leches

“Para empezar, todas las herramientas están fuera en la lluvia. Alguno de los anteriores supervisores debe haber sido algún cretino contemplador de cielos porque esto es inhumano para cualquiera de los desgraciados que tienen que trabajar. ¡Cuatro años trabajando al aire libre!

“¿Y qué pasa con los elefantes? Algún supervisor debe haber estado obsesionado con ellos porque hay puñeteros elefantes por todos lados. Elefantes en jaulas, elefantes en los salones, elefantes sentados en el comedor, ¡en todos lados! No tengo ni idea de qué hacer con ellos más allá de ver si se puede hacer un buen asado con ellos.

“¿Qué es este salón gigantesco aguantado por palillos? Un soplido de aire podría derrumbar toda la sala. No sé qué maníaco suicida ha sido responsable de esto, pero no voy a tocarlo y puedes dar por seguro que no voy a poner un pie aquí”.

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“Tengo mucho trabajo que hacer”

Así comienzan las crónicas de Ral Swaeringen, quinto supervisor de la fortaleza. A pesar de su falta de entusiasmo evidente por el estado de la fortaleza, en su diario muestra como logró en un año realizar numerosas acciones, incluyendo la creación de un camino que permitiera el acceso fácil de los comerciantes humanos y elfos, así como el intento de crear un zoo para almacenar la ingente población de mandriles y elefantes. Sin embargo, Swaeringen tuvo la mala fortuna de enfrentarse a uno de los acontecimientos que marcaría la trayectoria del enclave.

Cuando todo parecía ir bien, unos elefantes salvajes acabaron con la vida de un enano errante. La naturaleza de este pueblohace que su primer instinto sea tratar de rescatar el cuerpo y las pertenencias del fallecido, pero esto sólo hizo que el número de víctimas se elevase. Desesperado por detener a los suyos, el supervisor cerró por completo las puertas de Boatmurdered para evitar que nadie más saliese mientras preparaba contramedidas para los animales. Liderando una manada de 17 elefantes se encontraba Uunomor Rotik, una bestia con título y nombre propio fruto de la carnicería realizada con más de los 20 enanos aplastados bajo sus patas.

Aislado del mundo, a la manada de elefantes legendarios apostados en la entrada de la fortaleza, se le unió un ejército goblin dispuesto a asediar la fortaleza enana. La esperanza inicial es que goblins y elefantes se mataran entre ellos, pero en lugar de ello ambos grupos se apostaron en la entrada esperando pacientemente que se asomara algún enano más al que poder liquidar. Swaeringen puso en marcha dos planes según relatan sus últimos papeles: uno, un sistema para expulsar lava al exterior y abrasar a cualquiera que estuviera allí presente; el otro, un plan de escape por un túnel secreto. El primero fracasó al encontrar una vía de agua antes de llegar al magma, por lo que los invasores sólo se dieron un refrescante baño. El otro, en principio funcionó, aunque se sospecha que el enano no llegó muy lejos antes de ser perseguido y machacado por un elefante.



Abandonado a su suerte, un misterioso sucesor a supervisor llegó para tomar los mandos de la atrapada fortaleza. Por fortuna, el ejército goblin se marchó, quizás aburridos de no poder penetrar en el asentamiento. Para los elefantes se construyeron en las murallas unas balistas de gran tamaño con las que poder abatir a las bestias desde un lugar seguro. Cons los esfuerzos de la milicia y las nuevas balistas, los elefantes se dispersaron, pero no por mucho tiempo. Una nueva manada comenzó a atacar poco después, con la mala fortuna además de que una mariposa se metió en el mecanismo que activaba la puerta, dejando vía libre para que los elefantes entraran en el corazón del recinto. Desesperado, se movilizó a todo el ejército para frenar el avance invasor, todo con la esperanza de conseguir el suficiente tiempo para activar una de las tramas que llenaría la entrada de agua. Elefantes y enanos murieron ahogados.

Los elefantes restantes fueron finalmente acribillados por la balista -la madera para los proyectiles se había agotado hace mucho, pero afortunadamente se pudieron forjar flechas de bronce con la que poner fin al escenario-. Por primera vez en meses se pudo bajar el puente levadizo para respirar aire limpio en medio de un escenario dantesco de cadáveres y miasma. Para “conmemorar” la victoria, un artesano creó un amuleto de mármol, pero tan traumatizado estaba por los meses encerrado que en su superficie sólo salían escenas de enanos masacrados por elefantes. Según aparece en los registros de la época, fue llevado a prisión por la creación de semejante obra. Tan agotados estaban en la fortaleza, que ni siquiera enterraron a sus muertos según la tradición enana; los cuerpos fueron dejados fuera para descomponerse a la vista de cualquier comerciante que pasara por ahí. El supervisor, afectado por los meses de asedio y por los elefantes que seguían deambulando amenazantes por los alrededores, decidió unirse a la guardia y dejar su turno a un nuevo supervisor. Dormía más tranquilo empuñando su arma.

La llegada de "Sankis" Gatinbomrek

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Las crónicas del 57 comienzan con la construcción, esta vez sí, del mecanismo para soltar un mar de lava a las puertas de la fortaleza, seguramente pensando en no vivir nunca más una situación de asedio como la vivida. Durante ese año se procuró acondicionar la fortaleza, construir tumbas dignas para nobles y figuras destacadas, además de intentar combatir las terribles condiciones higiénicas de la ciudadela. También se construyó la primera cámara del tesoro en donde acumular las monedas que se iban forjando, protegida por una puerta de acero y otra de platino. Todo parecía plácido hasta que un accidente en el exterior de la fortaleza provocó una enorme inundación que se llevó por delante a varios enanos. Para evitar que el agua entrase, se activó por primera vez el mecanismo de lava, consiguiendo evaporar el agua y salvando los muebles, aunque en el proceso varios enanos que no habían muerto ahogados lo hicieron abrasados por el agua ardiendo. Después de cumplir su ciclo, “Sankis” Gatinbomrek, que así se llamaba el enano, se convirtió en Maestro Grabador, y en la tumba que diseñó para él se pueden apreciar vívidas imágenes de enanos gritando en agonía.

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En el 58 llegaría otra persona  a la dirección de Boatmurdered, un “cuenta historias” según su propia definición y que, en sus crónicas, afirmaba tener poderes mágicos que nunca pudo demostrar. Bajo su dirección, la fortaleza se embarca en extraños proyectos como la construcción de un templo sagrado y otras estructuras esotéricas. En su empeño por excavar cada vez más profundo, el asentamiento se enfrenta por primera vez a los demonios que moran las profundidades más oscuras. Sin embargo, la curtida milicia da buena cuenta de las criaturas. El supervisor fue convencido “amigablemente” de abandonar esa dirección antes de que apareciera algo más peligroso. Pero el episodio más extraño de este año fue la invasión de un ejército goblin, algo que todo el mundo ignoró en la fortaleza ante la imposibilidad de que pudieran entrar. El único convencido de que el riesgo era real fue el propio supervisor, que insistía en movilizar a las tropas ante la pasividad de los que le rodeaban. Justamente esa noche, un ejército goblin entraba por primera vez en la fortaleza y la guardia tuvo que emplearse a fondo para repeler el ataque. La regencia terminó con el supervisor sometido a juicio y condenado a ganarse la vida con una profesión de artesano o morir de hambre. La pregunta de si él mismo fue el que abrió la puerta para hacer ver que tenía razón queda como uno de los oscuros misterios de lugar.

En el noveno año de la fundación de la fortaleza enana llegaría a la gestión del lugar estudiante con poca experiencia sobre la vida fuera de las aulas. En sus crónicas se puede leer como su optimismo inicial iba dejando paso a la estupefacción por lo que encontraba a su llegada. Todos los muros estaban grabados con elefantes aniquilando enanos y representaciones de quesos. Explorando en los motivos de esta obsesión, encontró que la mayor obra maestra producida en la historia de la fortaleza era un brazalete, “Gloriesfatal the Points of Spring”, en donde se podía apreciar perros matando mandriles, enanos riéndose de elefantes pidiendo piedad y un queso dibujado en cristal. Esas tres imágenes resumen la historia cultural de este lugar. Su idealista mandato queda sumergido en invasiones goblins -combatidos a base de lava ardiente para su horror- y en proyectos serios y solemnes que los enanos sólo usaban para emborracharse en. Los últimos días los pasó en depresión contemplando la abrasada tierra a su alrededor y las figuras de queso en la pared.

Llegamos a la primera década del asentamiento, marcada por la llegada de un enviado directo del rey, con la experiencia que le faltaban a sus predecesores para revertir la situación: “Mystic Mongol” Fliergold. Su primera tarea consiste en realizar una auditoría con la situación de la fortaleza, así como reorganizar las 63 perturbadas almas que habitan el lugar. Su primera pista de la naturaleza del lugar la encuentra cuando encuentra indicios de que un enano se dedicaba a cortar extremidades de animales. Otra pista la encontró en las grabaciones de las monedas del lugar, adornadas con imágenes de demonios con tentáculos, que ordenó inmediatamente fundir para crear otras más adecuadas.

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Fue uno de los años más tranquilos y estables de la ciudadela y su supervisor se dedicó a reforzar el comercio, mejorar las instalaciones de los nobles y poner los medios adecuados para llegar a unas abundantes vetas de platino. Sin embargo, no pasó sin incidentes internos dado el grado de trauma de los habitantes después de una década luchando contra elefantes, goblins, demonios y mandriles. En particular demostró su fastidio con un antiguo supervisor: “Sankis” Gatinbomrek, maestro grabador y responsable en gran medida de las imágenes de enanos gritando en agonía, perros abrasados, o escenas de muertes protagonizadas por algún elefante que poblaban las paredes del recinto. Además, “Sankis” se había hecho una tumba digna de un rey mientras la residencia de los nobles carecía de casi de todo lujo. Para disciplinar al maestro, lo metió unas semanas en la cárcel con la esperanza de que se le pasara su obsesión por grabar imágenes turbadoras. Para el final de su regencia, Boatmurdered lucía mejor que nunca y Fliergold tomó para sí mismo el puesto de juez, para que el orden siguiera imperando en la fortaleza: “nunca olvidemos lo que cuando la ausencia de la ley campa a sus anchas”, relataba en su diario.

Por azares del destino y quizás en una muestra de que la fortaleza estaba más allá de toda redención, en el año 61 “Sankis” Gatinbomrek regresó al puesto de supervisor, tomando para sí el nombre de “Emperador Sankis”. Su primera medida fue encerrar al anterior supervisor en una habitación con una trampilla y activarla para poner a Fliergold frente a frente con un elefante, en “pago” por el encierro del pasado año. El juez sobrevivió al encuentro perdiendo el uso de una pierna. Aparte de eso, el “Emperador Sankis” combatió otro asedio goblin con el ya viejo método de expulsar lava en la entrada de la fortaleza. Otro ejército calcinado para seguir sumando al desolador paisaje a las puertas de Boatmurdered. El asentamiento fue pulido, se ampliaron instalaciones, se puso en marcha una nueva milicia y se comenzó a sacrificar una buena parte de la ingente población animal para acumular comida. Todo parecía ir bien, excepto por el misterio de un enano en la entrada que no cesaba de vomitar -un buen complemento a los restos calcinados de elefantes, goblins, enanos y mandriles que se acumulaban en la entrada, además de las grabaciones agonizantes en las paredes-. En los registros también se señala que el Juez Fliergold murió ahogado en “misteriosas circunstancias, seguramente suicidio”.

A pesar de dos años de relativa estabilidad, en el año 62, otro enviado de Kinmelbil escribía estas líneas a su llegada a la fortaleza: “mis primeros pensamientos fueron de puro asombro. Los majestuosos picos cubiertos de una noble capa de nieve, con el viento levantando blancas corrientes, moviéndose como una mujer saludando su amado con el pañuelo. Luego… miré abajo excitado y mi ánimo cambió por completo. No había nieve en la entrada del recinto y el paisaje era… horroroso. La tierra, los árboles, la misma roca de la montaña aparecía quemada. Raquíticas plantas asomaban entre pilas y pilas de armaduras y armas amontonada, con sus dueños reducidos a cenizas. Perros y gatos merodeaban en la desolación, tratando de atrapar pequeños roedores”.



Aunque sin mucho entusiasmo por el panorama que se encontró, según su propio relato, se puso mano a la obra. Empezó revisando las órdenes pendientes de su predecesor -cancelando el sacrificio de numerosos gatos con dueño- y repasó la tumba del juez recientemente fallecido, donde encontró turbadores y vívidos grabados realizados por el “Emperador” Sarkis en los que se mostraba a un enano siendo asesinado y quemado vivo por un demonio rana. Si ese enano era el juez Fliergold, y cómo el artista había sido testigo de la escena, eran preguntas que mejor dejar en el aire, aunque por si acaso el nuevo supervisor aumentó la guardia a su alrededor.

Fue otro año relativamente tranquilo. Se establecieron negociaciones con los elfos para talar un número determinado de árboles y evitar un conflicto con ellos -negociaciones no sin ciertas tiranteces, pero exitosas-. Se mejoró la cadena de producción de comida y se acondicionaron nuevas tumbas para los nobles, además de mejorar el equipamiento de la milicia. Se crearon nuevas galerías para extraer gemas y materiales preciosos e incluso se trató de limpiar un poco la entrada de vómitos y huesos, con escaso éxito. La única nota de color durante este año fueron los documentados intentos del “Emperador Sankis” de beber lava, aunque siguió grabando detalladas ilustraciones de escenas inenarrables. El único problema importante del momento era una falta de inmigrantes plebeyos, ya que la mayoría de inmigrantes que llegaban eran nobles atraídos por la creciente riqueza de la fortaleza, pero al parecer las historias del lugar no inspiraban de confianza a potenciales trabajadores.

Año 63, el principio del fin

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Después de tres años de estabilidad, un nuevo director llegó a la ciudad dispuesto a gobernar con mano de hierro. Según las crónicas, era un enano irritable y colérico, furioso con las condiciones de la fortaleza, la peste constante a animal, los restos orgánicos descomponiéndose en cualquier sitio y las escenas de pesadilla grabadas en todas las paredes. Sus primeros actos fueron asesinar a un grupo de comerciantes elfos -al parecer algo pasó en sus negociaciones con un noble-, sin preocuparse por una posible invasión. Y luego construyó un sistema para que la lava del dispositivo de la puerta llegara a una manada de elefantes aposentado pacíficamente en un lugar en el que normalmente el magma no llegaba. Nadie sabe para qué se realizó semejante esfuerzo para acabar con unos elefantes que no molestaban en ese momento, pero en el proceso de activar el mecanismo, un grupo de comerciantes humanos que llegaban en ese momento fue atrapado por la lava. Todos perecieron calcinados antes de poner el pie en la fortaleza. Otra de sus medidas fue desposeer a al “Emperador Sarkis” de su autoproclamado título para darle el apelativo de “Lampiño”. La respuesta del enano fue empezar a grabar “excepcionales” escenas en los suelos de humanos muriendo calcinados.

En el caos creciente, el supervisor puso todo los recursos en construir una gigantesca estatua de un lagarto en la entrada de la fortaleza  -para ser recordado en el futuro según sus palabras-. Las crónicas son confusas en este punto, pero al parecer, mientras se estaba construyendo la obra fuera de las murallas, un ejército goblin atacó. La reacción fue mandar a toda la población dentro y activar la trampa de lava, pero uno fue atrapado por el fuego: Sarkis, que además de maestro grabador, se había convertido en todos estos años en un enano con legendarias capacidades físicas. Según lo que se ha recuperado del testimonio de la época, el maestro y antiguo regente apareció cubierto en llamas en el interior de la fortaleza, matando a golpes a una vaca, a un bebé y al soldado de mayor rango de la milicia, al que redujo a pulpa quebrando cada parte de su cuerpo mientras ambos se iban quemando vivos.

El incidente provocó una reacción en cadena. El fuego que había llevado Sarkis al interior se propagó por la fortaleza, llenándola de humo. Los años de vivir al límite quedaron patentes cuando un número creciente de habitantes comenzaron a matarse los unos a los otros. Más de la mitad de la población pereció en esas semanas de locura colectiva, hombres, mujeres y niños. El supervisor decidió mientras tanto poner todos los recursos que le quedaban en terminar el enorme lagarto que había mandado construir. De los 78 habitantes que empezaron el año, sólo quedaron vivos 28.

Hasta nunca, Boatmurdered

En el año 64, el capitán de la guardia “Guerrilla” Ostarolon, héroe de guerra y victorioso en numerosas batallas contra goblins, elefantes y mandriles, puso la fortaleza bajo ley marcial y trató de encauzar la situación. Todo estaba en llamas, incluso los animales iban incendiándose y propagando nuevos fuegos en el interior. Ropa y suministros iban quemándose a fuego lento sin que nadie se pudiera hacer gran cosa. La última remesa de inmigrantes fue un grupo de 20 nobles, con los que no se podía contar para aportar nada y que de todos modos según iban entrando morían calcinados o sucumbían a la creciente temperatura en el interior de la fortaleza. Las mismas rocas se estaban convirtiendo en brasas y el interior se llenaba de humo y miasma.

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Todos murieron sin que Ostaloron pudiera hacer nada. La única habitante viva que quedó fue una chiquilla llamada Dodok Astlumash. El condecorado guerrero, roto por dentro ante su fracaso, no tuvo el valor de acabar con su vida y dejó a la niña jugando con las cenizas de la fortaleza, la última reina enana de Boatmurdered. En su camino, el guerrero echó un último vistazo al que había sido su hogar. La montaña ardía por dentro y por fuera, el paisaje a su alrededor era ceniza. Todo quemado. Sabía que los gritos de sus habitantes le acompañarían el resto de su maldita vida, pero se forzó a girarse y comenzó a andar: “cualquier lugar mejor que este”.

Aquí termina la historia documentada de esta fortaleza y comienza la leyenda. Fueron muchos los que se adentraron con el paso de los siglos en los restos de Boatmurdered, muy pocos regresaron. El lugar se convirtió en un agujero negro de oscuridad y aunque la promesa de grandes tesoros y objetos legendarios atrajo a muchos, sólo los grupos más preparados pudieron salir apenas del lugar para contarlo. De esas expediciones nos llegan los diarios recuperados de sus distintos regentes, así como perturbadoras crónicas de pasillos adornados con elefantes asesinos y enanos agonizantes. En uno de estos viajes, un grupo de aventureros encontró la última obra del maestro grabador “Sankis” Gatinbomrek, a la que llamó “Pantano de Tormentos”: un elefante excepcionalmente dibujado en postura fetal.

Fuentes: