Portugal se redimió del “maracanazo” sufrido en 2004 ante Grecia provocando otro en Francia. Contra todo pronóstico, los lusos se impusieron al anfitrión a base de trabajo y voluntad. Fueron inferiores a la selección gala y perdieron a su estrella en el minuto 25, pero supieron reponerse para alcanzar la gloria. Aguardaron pacientemente su momento hasta que en la prórroga Éder obró el milagro que les dio la primera Eurocopa de su historia. (Foto de apertura: La selección portuguesa festeja el gol de Éder).

Francia decepcionó

La selección liderada por Deschamps no estuvo a la altura en el momento decisivo. Se plantaba en la final como gran favorita de ‘su’ Eurocopa, pero no fue capaz de ganar a en equipo que, jugando sin su estrella durante gran parte del duelo, se conformaba con el empate. Los galos consiguieron controlar el partido, pero no mostraron mucho del juego ni la calidad que les habían llevado a la final, sólo ofrecieron músculo. Únicamente Griezmann, que hizo el mejor remate del partido, y algunas arrancadas de Sissoko creaban ocasiones peligrosas. Pero un excelso Rui Patricio se encargó que oscurecer más el camino de la anfitriona hacia la gloria.

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Lágrimas con sabores muy diferentes

Un choque fortuito entre Cristiano y Payet cerca del minuto quince sembró el pánico en Portugal. El capitán luso se retorcía de dolor ante el miedo de compañeros, entrenador y aficionados. Salió del campo para que le colocaran un fuerte vendaje y regresó dispuesto a luchar hasta el final. Pero unos minutos después tuvo que pedir el cambio y se derrumbó en el suelo entre lágrimas de dolor y frustración por no poder ayudar a sus compatriotas en el césped. Aunque desde el banquillo estuvo arropándoles durante la prórroga. Con el pitido final, el amargo llanto se convirtió en dulces lágrimas de felicidad.

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Contraste generacional entre los campeones

Mientras Ricardo Carvalho (38 años y 53 días) se convertía en el jugador más veterano en conquistar el torneo continental, Renato (18 años y 327 días) era el más joven en jugar una final, superando a Cristiano, que en 2004 tenía 19 años y 150 días. Casi 20 años separaban a estos dos jugadores que, pese a esa diferencia de edad, compartieron vestuario para conseguir el mayor éxito en la historia de la selección portuguesa. El veterano central supuso el último gran torneo con la camiseta de Portugal, que vistió en 89 ocasiones y con la que participó en las Eurocopas de 2004 (subcampeón), 2008 y 2016 (campeón) y en los Mundiales de 2006 y de 2010. Entre 2011 y 2015 estuvo apartado del equipo por un problema con Paulo Bento.

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Héroe inesperado

En la prórroga los lusos se crecieron y empezaron a creer de verdad en el triunfo. Guerreiro avisó con una falta lanzada al larguero al comienzo de la segunda parte y, en el minuto 109, Éder desató la locura con un zapatazo raso con la pierna derecha desde la frontal del área. Nadie esperaba que un jugador tan cuestionado, y que hasta ese momento solo había disputado seis minutos en la Eurocopa, fuera el que lograra semejante hazaña. Nadie salvo Cristiano, que, aun sin poder ayudar desde el terreno de juego, ejerció de líder motivando a sus compañeros. "Me dijo que sería yo el que iba a hacer el gol de la victoria. Me pasó su fuerza, su energía”, confesó Éder, que devolvió la confianza de su capitán cumpliendo la misión que le había encomendado.

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Griezman, el mejor del campeonato

A pesar de que no pudo evitar la derrota de su selección en la final, la UEFA eligió a Griezmann, de 25 años, como el mejor jugador de la Eurocopa. Además, con sus seis tantos, el futbolista galo acabó la competición como máximo goleador. Unos galardones individuales que resultaron muy amargos para El Principito por el desenlace de la competición.