Los dos equipos llegaron a la final en buen estado físico y anímico. En teoría parecían superiores los yugoslavos con una delantera extraordinaria, donde los goleadores Galic, Kostic y Jerkovic contaban con la genialidad de Sekularac. Los soviéticos tampoco eran mancos y sobre todo su columna vertebral - Maslenkin, Netto, Ivanov, Ponedelnik- estaba respaldada por el extraordinario Yashin. Este último, con sus acertadas intervenciones, fue determinante. (Foto de apertura: Los soviéticos, encabezados por su capitán Netto y el meta Yashin, dieron la vuelta triunfal en el Parque de los Príncipes).

0-1 43’ - Galic

Yugoslavia había tenido mejores ocasiones pero que no llegaron a cristalizar. Se acercaba el descanso cuando Zanetic lanzó el balón paralelo a la banda derecha. Allí apareció Sekularac que controló el cuero y lanzó un pase sobre el área soviética. Galic fue el encargado de batir a Yashin.

1-1 49’ - Metreveli

Acababa de comenzar la segunda parte. El primer ataque yugoslavo acabó con el balón en las manos de Yashin. Su saque lo alcanzó a controlar Ivanov que rápidamente dio unos pasos y lanzó por sorpresa un tiro sobre la puerta de Vidinic. Este detuvo la pelota pero sin retenerla. La rapidez de Metreveli le hizo llegar antes al rechace y marcar sin oposición.

2-1 113’ - Ponedelnik

Se jugaba la segunda parte de la prórroga, cuando Meshki recogió un despeje de Miladinovic y profundizó por la banda izquierda. Antes de que Durkovic le cortase el paso cruzó el balón por alto al segundo poste. Ponedelnik adivinó la trayectoria, ganó la posición y cabeceó con fuerza superando a Vidinic.

Igualdad de fuerzas

En el Parque de los Príncipes se jugó un encuentro equilibrado, duro, encarnizado en el cuerpo a cuerpo. La primera parte tuvo mayor dominio yugoslavo pero hasta el final no consiguieron los plavis el premio del gol de Galic. Yashin se encargó de desbaratar sus mejores ocasiones.

Remontada soviética

Los plavis se retiraron al descanso con ventaja mínima en el marcador. Su juego superior no había tenido premio y sus rivales igualaron nada más comenzar la segunda parte gracias a la picaresca de Vidinic. A partir de ese momento, el juego y las ocasiones las pusieron los soviéticos y los yugoslavos se fueron echando más y más atrás. 

Decisión en la prórroga

Se cumplió el tiempo reglamentario con empate y hubo que jugar una prórroga de treinta minutos. Los soviéticos estaban más frescos y se lanzaron sin complejos en busca de la victoria mientras sus rivales esperaban un golpe de suerte. A falta de siete minutos un acertado cabezazo de Ponedelnik dejó el choque sentenciado.

Fracaso de público

Asistieron a la final 17.966 espectadores. Los aficionados parisinos estaban decepcionados por la eliminación francesa y no había seguidores masivos de ninguno de los dos finalistas. En ese ambiente frío pero sumamente deportivo se desenvolvió el encuentro. Al finalizar el mismo se realizó la entrega de la primera Copa Henri Delaunay. Fue el capitán soviético Igor Netto quien la recibió de manos del presidente de UEFA, el danés Ebbe Schwartz.