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El pueblo que celebra la Navidad en febrero y con un Niño Dios negro

En esta localidad mantienen una tradición adoptada por sus ancestros en época de esclavitud, a los que se les negaba celebrar la Navidad el 25 de diciembre.

Quinimayó, un departamento del Valle del Cauca, situado en la costa Pacífica de Colombia, es el nombre de un pequeño pueblo donde cada Navidad ocurre algo inusual. En esta localidad colombiana, la festividad navideña no se celebra en diciembre como marca la tradición, sino que tiene lugar en febrero. Pero, además, la celebración guarda otra sorpresa: en la procesión se incluye un Niño Dios negro.

Esta tradición, según los habitantes afrodescendientes, proviene de las épocas de la esclavitud, cuando a sus antepasados les prohibían celebrar la Navidad el 25 de diciembre. Por ello, tuvieron que elegir una fecha a mediados de febrero, concretamente el tercer sábado del mes, para conmemorarla.

Una tradición ancestral

Desde entonces, la teatralidad, los disfraces de gran colorido, los fuegos artificiales, la música y la danza llenan las calles de Quinimayó cada mes de febrero. "Las personas que nos esclavizaron celebraban en diciembre y a nosotros no se nos permitía tener ese día libre, pero nos dijeron que escogiéramos otro", explica Holmes Larrahondo, coordinador de la fiesta, a BBC.

"En nuestra comunidad creemos que una mujer debe hacer ayuno durante 45 días después de dar a luz, así que celebramos la Navidad no en diciembre sino en febrero, para que María pueda bailar con nosotros", señala Larrahondo. Como consecuencia, el 24 de diciembre es "como cualquier otro día" para ellos, según aseguró el profesor Balmores Viáfara al diario El Colombiano.

Las Adoraciones del Niño, nombre con el que denominan a esta festividad, son "una fiesta" en la que "los negros celebramos adorando a nuestro Dios, a nuestra manera". Estas celebraciones combinan el catolicismo, consecuencia de la evangelización, con otros rituales que los esclavos adquirieron en África. Se lo toman como "festejos de resistencia", según Viáfara.

Un Niño Dios negro

Durante las celebraciones, los habitantes de Quinimayó van por las casas en romería bailando y cantando mientras van "en busca" del Niño Dios, representado por un muñeco de madera negro. Esta figura es el eje de la celebración. Una vez encontrada, se lleva en procesión por las calles del pueblo por los lugareños, vestidos de ángeles y soldados, hasta llegar al pesebre. Una vez colocado, los bailarines interpretan un baile llamado 'la fuga', en el que imitan los pasos arrastrados de los esclavos encadenados.

Cuando acaba la festividad, el muñeco del Niño Dios es guardado en la casa de una de las aldeanas, donde permanece el resto del año. Mirna Rodríguez, matrona de 55 años, es la encargada de custodiarlo desde que falleciera su madre, su predecesora en el puesto. "Los niños desde que son utilizados en el evento. Los ángeles, los soldados, las madrinas, los padrinos... Todos son niños, por lo que creo que nunca se va a acabar la tradición", indicó Rodríguez a El Colombiano.