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Bouvet, el lugar más alejado de cualquier otra parte en el mundo

Se encuentra a 2.520 kilómetros de la civilización y su localización podría tener gran importancia para conocer cómo era el clima en la Antártida.

Wikimedia Commons

Bouvet es una pequeña isla de tan solo 49 kilómetros cuadrados. También podemos definirla como una roca volcánica recubierta, en su mayoría, por glaciares. Es un territorio dependiente de Noruega, aunque se encuentra en la zona sur del océano Atlántico. ¿Qué tiene de especial, entonces, Bouvet?

Bouvet es la isla deshabitada más remota del planeta. A 2.520 km al suroeste del cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica), Bouvet se encuentra a miles y miles de kilómetros de cualquier civilización. Los científicos que han logrado llegar hasta allí aseguran que "es impresionante y hermosa. Y trabajar en ella es aterrador", según la BBC.

Descubierta y perdida

Fue descubierta por primera vez en 1739 por el comandante francés Jean-Baptiste Charles Bouvet de Lozier, aunque un error en la anotación de las coordenadas hizo que se le perdiera el rastro hasta que, en 1808, el ballenero británico James Lindsay la volvió a encontrar.

Bouvet es desde mediados del siglo XX una reserva natural y la única edificación que posee es una estación meteorológica. La isla es tan pequeña que, según ABC, la estación supone el 7% de su superficie total. En Bouvet viven pingüinos, lobos marinos, petreles blancos, albatros de caja negra, orcas y ballenas jorobadas, entre otras muchas especies.

Fundamental para investigar el antiguo clima de la Antártida

La isla está atrayendo cada vez más el interés de investigadores y científicos, pues su localización (a unos 1.600 kilómetros al norte de la Antártida) podría revelar información sobre cómo era el clima anteriormente en el continente helado.

¿Por qué? Bouvet recibe vientos del oeste que circulan de oeste a este en la Antártida, y son los que impulsan el ascenso de aguas calientes o surgencia desde las profundidades del océano. "Sabemos debido a observaciones recientes que estos vientos han venido fortaleciéndose. Pero estos registros solo tienen 30 o 40 años", indica a la BBC Liz Thomas, investigadora del Instituto Antártico Británico.