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El pueblo en el que todos viven en el mismo edificio
Con una población de poco más de 200 habitantes, Whittier (Alaska) llama la atención por el solitario edificio en el que vive casi la totalidad de los vecinos.
Vivir en una localidad pequeña, alejada del ruido de la gran ciudad, tiene sus ventajas y sus inconvenientes, como todo en este mundo. La vida en un pueblo, especialmente en aquellos muy pequeños, puede provocar que entre todos se conozcan. Y permite, además, alguna que otra curiosidad. Sin embargo, hay pocas como el caso de Whittier, un pueblo de Alaska en el que todos viven en el mismo edificio.
Cuenta con apenas una superficie de 50 kilómetros cuadrados y una población que supera, por poco, los 200 habitantes. Ubicado en Alaska, está rodeado de rocas y aguas gélidas por las bajas temperaturas a las que se enfrenta casi cada día del año. En este hábitat destaca un gran edificio, conocido como Torres Begich, en el que está toda la 'vida' del pueblo, pues gran parte de ellos viven en él. Compuesto por tres módulos de 14 plantas cada uno, en él conviven los 220 habitantes que lo conformaron desde el principio, como cuenta El Confidencial.
Nacimiento militar
El origen de este pueblo de Alaska nos lleva a los últimos años de la II Guerra Mundial. Antes de 1943, en la zona donde ahora se concentra la mayor actividad del pueblo no había nada edificado: solo naturaleza. Entonces, el ejército estadounidense construyó allí la base militar de Camp Sullivan, enlazada desde un puerto por vía férrea con Anchorage y con el objetivo de que sirviera de punto de entrada de los miembros destinados a Alaska.
Diez años más tarde, en 1953, se construyen las Torres Begich, aunque por entonces sin nombre. Su utilidad entonces era la de dar cobijo a las familias de los militares. En 1972 pasan a llamarse como hoy en día se conocen, en memoria de un congresista de Alaska fallecido en un accidente aéreo. Pese a que el campamento militar cerró en los años 60, pasando las instalaciones a la Administración civil, el pueblo se mantuvo presente, con varias familias que le dieron vida como una especie de refugio en temperaturas extremas: la media es de 0°C y en invierno se pueden alcanzar los veinte grados negativos.
Pero no es este el único gran edificio de la localidad: el Buckner del Ejército americano sigue allí, a escasos metros, aunque totalmente abandonado. Llegó a ser el más grande de Alaska y ahora derribarlo costaría un dineral, pues para su construcción se emplearon grandes cantidades de amianto, por lo que tampoco hace posible que sea habitable en la actualidad.
Un pueblo en el edificio
A día de hoy Whittier cuenta con 214 habitantes, de los que cerca de 180 viven entre los muros de las Begich Towers. Y del resto, algunos viven en un edificio de dos plantas que se encuentra en las proximidades. En este llamativo edificio se encuentra todo lo que los vecinos puedan necesitar: una comisaría y oficina de correos (primera planta), ayuntamiento (segunda planta), centro de salud, parque, tiendas, supermercados, un restaurante e incluso una iglesia.
La escuela es de las pocas instalaciones que se encuentran fuera, si bien está al cruzar la calle y un túnel (que se usa en invierno) la conecta con el edificio. Además, en las últimas plantas del mismo está el único hotel de la localidad, que cuenta también con piscina climatizada y lavandería comunitaria. Todo lujo de detalles dentro del mismo edificio, sin necesidad de salir del bloque.
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