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Los peces que darían positivo en un control del alcoholemia
La mayoría de los animales suelen recurrir a las vías alternativas anaerobias cuando realizan un ejercicio intenso sin oxígeno. Por ello, los peces pueden llegar a dar 'positivo' en alcoholemia.
Gran parte de los animales, entre los que se incluyen los seres humanos, suelen recurrir a las vías alternativas anaerobias cuando realizan un ejercicio intenso sin oxígeno. Esto se debe a que muchos animales sufren una prolongada situación de anaerobiosis durante el invierno.
Una de estas vías se denomina glicólisis o glucólisis y es un proceso en el que las células, en las reacciones enzimáticas que no necesitan oxígeno, descomponen parcialmente la glucosa. Además, es uno de los métodos que usan las células para producir más energía. Esta vía es necesaria para no generar niveles altos de ácido láctico.
Sin embargo, este método puede suponer la muerte del ser vivo si la reacción metabólica genera ácido láctico, un compuesto que si alcanza determinaciones concentraciones en el torrente circulatorio.
Relación de los peces con el alcohol
Una de las especies que se someten a este métodos son los peces dorados, ya que durante los meses de invierno los lagos se congelan y estos peces, al quedarse sin oxígeno, optan por entrar en anaerobiosis.
Por suerte, hace varios millones de años, esta especie evolucionó y logró diseñar una estrategia que les permite evitar sortear la muerte por acidosis metabólica convirtiendo el ácido láctico en alcohol.
Los expertos señalan que, durante el invierno, los peces de colores producen mayor cantidad de ácido láctico y, por tanto, de alcohol, el cual expulsan a través de las branquias. Pero lo verdaderamente anecdótico es que en más de una ocasión estos peces han llegado a superar los 50 mg por 100 ml de alcohol, por lo que darían 'positivo' en alcoholemia en Noruega y Polonia.
Los roedores que se dejan 'morir'
Durante el periodo de hibernación (de otoño a primavera), el lirón desaparece del bosque y puede llegar a perder más de la mitad del peso que tenía en un principio. Por ello, el roedor aprovecha durante el verano para acumular la mayor cantidad de grasa disponible, cebándose de avellanas, semillas, lombrices, grillos o frutos del bosque.
Con el descenso de la temperatura se acurruca en su madriguera y se sumerge en un sueño profundo durante todo el invierno. Para resistir durante estos meses la falta de alimentación realizará una serie de adaptaciones: la respiración y la frecuencia cardiaca disminuyen, el cerebro realiza menos actividades y los riñones dejan de filtrar los productos de desecho.
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