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El sistema de defensa de los tomates

Un estudio de una universidad brasileña confirma que disponen de un sistema que envía señales eléctricas cuando detecta la presencia de insectos.

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Como complemento indispensable en una ensalada o solo con un poco de sal y aceite. El tomate es uno de los alimentos más versátiles, y especialmente apetecibles en verano. Antes de que llegue a nuestra mesa, de que podamos degustarlos, se valen de un curioso sistema de defensa con el que pueden detectar cuando son 'atacados'. Así lo ha desvelado un estudio de la Universidad Federal de Pelotas, en Brasil.

De acuerdo con el grupo de científicos, esta hortaliza emplea señales eléctricas cuando detectan que son devorados por insectos. De esta forma, envían una especie de alerta al resto de la planta, de una forma similar a lo que se produce mediante el sistema nervioso humano. En nuestro caso son las neuronas las que las envían a otras partes del cuerpo; en el caso de los tomates son unos tubos largos y delgados, que reciben el nombre de xilema y floema, que mueven la savia entre sus raíces, hojas y frutos.

A través de estos tubos entran y salen los iones cargados, que envían las señales eléctricas por las diferentes partes de la planta como hacen las neuronas en el sistema nervioso humano. Mientras, la savia hace las veces de la sangre en los animales: tiene un efecto antiséptico y cicatrizante.

Proceso de la investigación

Meses atrás, en otra investigación similar, se consiguió determinar que las hojas dañadas podían enviar señales a otras hojas. En esta ocasión, el objetivo principal del estudio era si ocurría lo mismo con el resto de frutas de la planta. Para tratar de dar con la respuesta, las sometieron a una prueba: colocaron las plantas de tomate cherry junto con orugas de la polilla 'Helicoverpa armigera' dentro de jaulas de Faraday. Éstas bloquean los campos eléctricos externos, de forma que no había interferencias ajenas al experimento. Junto con ello, colocaron electrodos en los tallos de los tomates.

Los primeros datos obtenidos mostraron variaciones en los patrones de actividad eléctrica cuando las orugas comenzaron a comer. Igualmente, variaron en función de si los tomates estaban verdes o maduros. "La actividad eléctrica de la fruta cambia constantemente cada segundo", explica Gabriela Niemeyer, autora principal del estudio. La experta asegura que, cuando un insecto ataca, se produce un patrón distinto en esta actividad.

Subida del peróxido

Después de enviar la señal de alarma, la planta responde aumentando los niveles de peróxido de hidrógeno en el resto de frutas y hojas que permanecen intactas para "evitar infecciones microbianas del tejido vegetal dañado o como una estrategia para causar la muerte celular en la región afectada, evitando la propagación de patógenos", señala Niemeyer.

Finalmente, los expertos confirman que el daño que producen los insectos es el responsable directo de pérdidas millonarias en la producción de todo el mundo, por lo que resulta "de suma importancia conocer todos los aspectos que involucran las interacciones planta-insecto, desde la perspectiva ecológica hasta la fisiológica".