CORONAVIRUS

¿Por qué Suecia ha prohibido el uso de mascarilla en algunas localidades?

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Al contrario del resto de Europa, Suecia mantiene que su uso es 'poco eficaz' y tan solo recomienda su uso a ciertas horas del día en el transporte público.

Suecia atraviesa un momento de confusión en la estrategia para frenar la pandemia del coronavirus. Hace tan solo unos días, las autoridades suecas, de la ciudad de Halmstad, obligaron a una profesora a quitarse la mascarilla, justificando que su uso no mostraba un cambio en la situación epidemiológica y que, de hecho, su uso incorrecto alertaba de un "enorme riesgo" para quienes la portaban. Se prohibió el uso de mascarillas en la escuela, una decisión confusa para todos, viendo como los contagios subían en el país.

Las autoridades de Halmstad afirmaron que no había evidencias científicas que apoyaran el uso de mascarillas, en contraposición a lo que los expertos han recalcado en el último año: no son infalibles, pero las mascarillas reducen considerablemente el número de contagios, especialmente en esos lugares donde no se puede mantener la distancia social, como colegios y lugares cerrados. Muchos han achacado esta situación a una clara y grave falta de comunicación en las autoridades.

Al contrario de Europa

Y es que Suecia es, actualmente, la excepción de Europa, donde la mascarilla sí es obligatoria para salir a la calle y, sobre todo, para estar en lugares públicos cerrados o con poca ventilación, tales como restaurantes, supermercados o mismo el transporte público de cualquier localidad. Y es que ya resulta extraño pensar en esos primeros meses de pandemia donde incluso no la usábamos para salir de casa. En España su uso obligatorio se impuso en mayo, mientras países como Noruega, Dinamarca y Finlandia esperaron hasta agosto.

Pese a la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, Suecia siguió su propio camino en cuanto al uso de las mascarillas. La Agencia de Salud Pública recalcó en varias ocasiones que "las mascarillas son ineficientes y usarlas podría favorecer la expansión del coronavirus". Una posición que nadie comprende y que, sin duda, llama la atención, a lo que se sumó la posición de la ministra de Sanidad, Lena Hallegren, el pasado mes de julio. Fue entonces cuando indicó que "el Gobierno sueco no tenía ni la cultura ni la costumbre de tomar decisiones sobre prendas de protección como las mascarillas, y que por tanto su Ejecutivo no desautorizaría a la Agencia de Salud Pública", tal y como indica el portal The Conversation.

Una estrategia confusa

Si nos remontamos a principios de la primavera del pasado año, el Gobierno sueco fue claro con las recomendaciones a sus ciudadanos. Se basaban en tres premisas: lavarse la manos, mantener la distancia social y quedarse en casa si estabas enfermo. Tres normas que fueron claras, pero luego llegó la incertidumbre y, con ella, la confusión en las medidas sanitarias del país. Entre ellas, las mascarillas y su 'poca eficacia'. De hecho, mantuvieron su postura antimascarillas hasta diciembre.

Fue a finales de año cuando el primer ministro, Stefan Lofven, anunció un cambio enorme en el uso de las mismas, especialmente en el transporte público. Sin embargo, se quedó lejos de orden su uso obligatorio. En lugar de eso, recomendó su uso entre siete y nueve de la mañana y entre cuatro y seis de la tarde, las horas punta. Y no sólo eso. Recomendó su uso tan solo a "los nacidos en 2004 y con anterioridad". Siendo una recomendación, no sorprende que su cumplimiento haya sido muy escaso: solo la mitad de los usuarios la usan en sus trayectos en transporte público.