CORONAVIRUS

Charlatán: el restaurante que se ha ganado el corazón de Sevilla en plena pandemia

El dueño de Charlatán ha decidido seguir abriendo para los más necesitados. Las hermandades de Sevilla coordinan las visitas al restaurante.

La pandemia del coronavirus está sacando el lado más humano de algunas personas que no dudan en ofrecer su ayuda a aquellos que la necesitan. En este caso hablamos de Charlatán, un restaurante de Sevilla que ha decidido llevar a cabo una iniciativa para dar de comer a los más necesitados.

Charlatán iba a cerrar debido ala crisIs sanitaria ocasionada por la COVID-19, pero en lugar de ello, ha decidido seguir abriendo los fines de semana para que los comensales, gracias a sus visitas, puedan ayudar a que el restaurante sirva comida a aquellas personas sin recursos de manera gratuita durante la semana (de lunes a jueves).

Las hermandades gestionan las comidas

Las hermandades de Sevilla serán las encargadas de gestionar las entradas de 15 personas al día al restaurante tal y como ha explicado a EFE el dueño de Charlatán, Jaime Rodríguez de Moya. Cada hermandad colaborará el mismo día de la semana en que sale en procesión en Semana Santa.

"La acogida ha sido espectacular y ya tengo solicitudes para meses, aunque ojalá no sea así. Significaría que hemos podido abrir de nuevo", expresa Jaime.

Cuatro años de negocio

"Estábamos en un momento dulce, llevábamos cuatro años y estábamos creciendo. La primera ola supuso el cierre total. Abrimos en septiembre y hemos defendido puestos de trabajo y números, pero las últimas restricciones hacen imposible el rendimiento de cualquier negocio de hostelería", lamenta el dueño de Charlatán para EFE.

Restricciones en Andalucía

Las nuevas medidas de restricción den Andalucía obligan a la hostelería a cerrar sus locales a las 18:00 horas de la tarde, por lo que las cenas en los restaurantes de la región se tendrán que posponer al menos durante un tiempo: "Íbamos a cerrar todos los mediodías entre semana, pero no me gustan los negocios cerrados y no me gustaba lo que iba a comunicar. Parado en un semáforo pensé que, para tenerlo cerrado, lo cerraba pero para dar de comer a gente que lo necesita", recuerda.

Sin abandonar a los clientes ni a los empleados

"Hay clientes que se han ofrecido a pedir un menú y pagar dos, pero no quiero que la gente pague dinero extra. Mientras pueda, no los abandonaré", ha dicho Jaime.

El empresario no contempla la opción de la comida a domicilio: "Entre probar eso sin saber cuál es el futuro y ayudar a los necesitados, ayudo a mis trabajadores y también a quince personas. No son muchas, pero mientras podamos aguantar... No se trata de meter dinero en el bolsillo", señala para EFE.