Más de 5.000 personas acuden al entierro de un rabino en Israel cuando sólo podían ir 300

El funeral por el fallecimiento de un rabino (jefe espiritual de la comunidad judía) ha terminado con un enfrentamiento entre la Policía y los asistentes al haber cerca de 5.000 personas estando solo permitidas 300.

Israel, que vive su segundo confinamiento desde el 18 de septiembre, viene aplicando medidas cada vez más restrictivas ante el avance de la pandemia. De hecho, las nuevas medidas anunciadas el fin de semana limitaban las manifestaciones a grupos diseminados de 20 personas. Actualmente hay activos 70.172 casos por la enfermedad y han fallecido 1.682. En el fin de semana perdieron la vida más de 100 personas.

Por ello, las imágenes del funeral del rabino fallecido por la COVID-19 han sentado mal en el principal partido de la oposición. "Son un escupitajo en la cara de todo el país", manifestó Avigidor Liberman, líder del partido Yisrael Beytenu.

Los hechos se produjeron en la ciudad de Ashdod, una de las más afectadas por la pandemia. En la comitiva fúnebre hay una mayoría de personas que llevan mascarilla pero, sin embargo, la distancia de seguridad es inexistente.

De hecho, han aumentado las críticas hacia la comunidad ultraortodoxa, un 12% de los habitantes del país, por no cumplir con las medidas impuestas por el Gobierno de Benjamin Netanyahu. El coordinador de la crisis del coronavirus en el país, Rony Gamzu, ha informado que un 28,6% de los test realizados en esta comunidad han sido positivos, lejos del 13,4% de los árabes y el 11,9% del resto del país. Además, el 40% de los casos recientes actuales pertenecen a esta comunidad.

Protestas

En el día de ayer fueron detenidos 13 ultraortodoxos que protestaban contra las nuevas medidas impuestas por el Gobierno de Israel. Según las fuentes policiales, los manifestantes no portaban mascarillas ni respetaban las distancias de seguridad. Además, cuando el cuerpo de seguridad intervino, muchos se resistieron.

¿Por qué está golpeando la segunda ola en Israel?

Durante la primera ola, las medidas impuestas en Israel funcionaron bien. La ciudadanía fue responsable con el virus y no se produjo un número tan elevado como en otros países de la zona. Sin embargo, los inicios de la segunda ola no han sido iguales. Israel tuvo que aprobar un segundo confinamiento a mediados del mes de septiembre provocado por una vuelta desproporcionada a la antigua normalidad que desembocó en brotes en centros comerciales, locales de hostelería y colegios.

Un sondeo del Instituto de Democracia israelí afirma que un 68% de los israelíes no confían en el Gobierno, por lo que está reinando la indisciplina social, especialmente entre la comunidad ultraortodoxa, que "tienen ciertas actitudes relacionadas con la liturgia y la obligatoriedad de hacerlo en comunidad que son imposibles de frenar", declara el epidemiólogo Silvio Pitlik.