Sam Bennett domina al esprint una etapa muy accidentada
El irlandés de Deceuninck ganó por delante de Ewan en una jornada muy estresante para el pelotón, marcada por los resultados de los PCR, el viento y las caídas.
El Tour de Francia retomó la ruta después del temido día de descanso con todos menos uno: su director. El lunes de reposo se había convertido en la jornada más tensa de lo que llevamos de carrera por la incertidumbre creada por los resultados de los test PCR. Dos positivos en un mismo equipo, independientemente de si era de un corredor o de un auxiliar, suponía la expulsión de la carrera. Una amenaza invisible. Cuatro escuadras rozaron la tragedia con un caso en su seno, ninguno de ellos de ciclistas: Ineos, Mitchelton, Cofidis y Ag2r. Se quedó en un susto. Más de uno suspiró. Todos a la etapa… Todos menos uno: Christian Prudhomme, el responsable máximo del Tour. Su cargo le obliga a numerosas relaciones sociales, sin ir más lejos con el primer ministro francés, Jean Castex, que siguió la etapa pirenaica del sábado. Con su director o sin él, el Tour llegará a París.
Así, con Prudhomme apeado del coche y en cuarentena detrás del televisor, partió el pelotón íntegro en la llanísima etapa de este martes, que presentaba otros peligros por encima de la pandemia: el viento y las caídas. Los accidentes, inevitables, se propagaron durante el recorrido de 169 kilómetros, sin respetar galones. Igual que un virus. Bewley, que se vio obligado a abandonar, Roche, Pinot, Poels, Sivakov, Van Baarle, Reichenbach, Skujins, Barguil, Dayer…
A 65 kilómetros de la meta, en una curva a la izquierda, Tadej Pogacar y Guillaume Martin, dos gallos de la general, rodaron por los suelos en una montonera que afectó a la cabeza de carrera, allá donde circulaban los capos con las orejas tiesas. No hubo saña del pelotón, lo que permitió enlazar a ambos. No pudo decir lo mismo Davide Formolo, que llegó a más de un cuarto de hora, con preocupantes lesiones, una fractura de clavícula que le obligará a retirarse. Una notable baja en el UAE para apoyar a Pogacar en la montaña, aunque el esloveno ha demostrado que se las apaña bastante bien solo en las cumbres..
La tensión no iba a terminar ahí, ni mucho menos. El viento siempre acechaba en esta zona marítima, entre la Île d’Oléron y la Île de Re. A menos de 20 kilómetros se vivió la situación más peligrosa, la más incierta. Abanicos, otra vez caídas… Carapaz, Superman López, Valverde y Alaphilippe se quedaron cortados. Tampoco hubo saña esta vez, aunque la red había vuelto a atrapar piezas de caza mayor. El pelotón, tras el respiro de alivio del coronavirus, continuó en una actitud solidaria. Nada de víctimas, sólo las forzadas por las heridas. Quienes tenían que entrar delante, lo hicieron. Con una fatigosa carga de estrés, eso sí.
El pelotón avanzó de esta manera hacia un esprint anunciado. Sam Bennett ganó en esta ocasión la partida a Caleb Ewan en el embalaje, con lo que logró estrenarse en el palmarés del Tour y, al mismo tiempo, pasó a integrar el selecto grupo de ciclistas que han conquistado etapas en las tres grandes. El año pasado se impuso en dos metas de la Vuelta, hace dos dominó tres llegadas del Giro… y ya tiene también el premio gordo. Ser velocista del Deceuninck, el equipo más laureado del mundo, obliga a ganar. El irlandés se quitó esa carga de encima. Y se emocionó en la entrevista posterior. Un sueño cumplido. Primoz Roglic, bien escoltado por el Jumbo-Visma, mantuvo el maillot amarillo. Contra viento y caídas.