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NBA | DRAFT 2021

Misión Garuba en la NBA

El ala-pívot español, elegido el 23 del draft por Houston, ha preparado el gran desembarco tras una carrera meteórica en Madrid en la que ha forjado físico, mentalidad y talento.

Usman Garuba, #16 poses during the 2020/2021 Turkish Airlines EuroLeague Media Day of Real Madrid at Valdebebas training ground on November 10, 2020 in Madrid, Spain.
Angel MartinezEuroleague Basketball via Getty

Un buen resumen de lo que es ahora Usman Garuba (2,03 metros, 104 kilos y 19 años) lo ofrece Sergio Scariolo, seleccionador español y hasta esta campaña entrenador ayudante en Toronto Raptors: “Aún le queda para adquirir los mecanismos del juego, pero al mismo tiempo posee una capacidad de hacer jugadas que no está al alcance de todos”. Es la primera vez que el técnico lo dirige con España, sin embargo, lo conocía antes desde otra óptica, la del compañero de equipo que le proporcionan los ojos de su hijo, Alessandro Scariolo, nacido en 2001. Ambos formaron parte de la España Sub-18 que se colgó el oro en el verano de 2019 junto a Santi Aldama (Loyola Maryland). “A Usman le vendrá muy bien la experiencia de los Juegos Olímpicos porque la necesidad de adaptarse a otro mundo es lo que le aguarda cuando dé el salto a la NBA, prosigue Scariolo. Un desembarco que podría andar cerca después de que Houston Rockets lo haya elegido en el puesto 23 de la primera ronda del draft 2021. Debe negociar con el Real Madrid, y la cláusula de salida es elevada y ascendente (tres millones de euros este verano), pero mantiene sus planes de una marcha inmediata.

Garuba no es ni de lejos Antetokounmpo antes de que este cruzara el charco rumbo a Estados Unidos. No lo es por potencial, queda claro, pero tampoco por experiencia competitiva, más formado el español que el griego entonces, ni por trayectoria vital. Sin embargo, a ambos les marca a fuego la personalidad su voluntad inquebrantable de resarcir a sus padres por el sacrificio realizado como migrantes, por sacar adelante una familia de las que en Europa se califican como numerosas y emprender una aventura tan incierta como dura desde África, que, finalmente, ha acabado abriéndoles una ventana de oportunidades, incluida la del baloncesto profesional. Ese viaje comenzó para los progenitores de Usman y para los de Giannis en Nigeria, en la última década del siglo pasado, en parte forzados a escapar de la desigualdad y la falta de oportunidades y en parte agarrados a la esperanza de una vida mejor.

La aventura familiar y el fútbol

Los Garuba Alari (el padre, Mustapha y la madre, Betty) llegaron a finales de los noventa a España, aunque la primera parada fue Bélgica, procedentes de Ciudad de Benín, en el sur de Nigeria. En Madrid, donde nació Usman el 9 de marzo de 2002, se instalaron en Villaverde, en el sur de la capital, y de ahí, por motivos laborales, a Azuqueca de Henares, en la provincia vecina de Guadalajara. Mustapha comenzó a trabajar en la fábrica panadera de Bimbo y Betty lo ha hecho en el Plan de Empleo del Ayuntamiento. En 2004, Betty alumbró al hermano mediano, Sediq, hoy, con 17 años, un alero muy físico que en junio desempeñó un papel decisivo en la victoria del Real Madrid en la final de la Euroliga júnior frente al Barça. Carácter y brío que viene de familia. El tercer descendiente es una niña, Uki Garuba, de 11 años, que también practica el baloncesto. Un deporte que ganó a Usman para la causa arrebatándoselo al fútbol, igual que sucediera con Giannis. Quería ser portero y no había plazas disponibles para inscribirse. Así que en 2011 apostó por las canastas en la Escuela Municipal de Azuqueca, donde el coordinador, David Serrano, su descubridor, ha jugado un papel fundamental.

Menos de 24 meses después, en otoño de 2013, el Madrid lo elegía, como suele decir el propio Usman. La cantera blanca no dispone de equipos hasta la edad infantil, con chavales que en el inicio de su primera campaña ya han cumplido 12 años, pero él contaba entonces con apenas 11 y era aún alevín, lo que no le impidió traspasar las puertas del Madrid. Un caso excepcional. El inicio de una carrera de fondo que ha recorrido casi al sprint dejando varios récords de precocidad. Todavía le queda por crecer en la pista, pero mentalmente tiene una ventaja sobre la mayoría de los jugadores que han salido en este draft: viene de codearse con la élite y de dejar huella. Su experiencia en los Juegos de Tokio y las acumuladas en las finales de Liga y de Copa en España, y en un playoff europeo en el alambre ante el Anadolu Efes turco de Shane Larkin y Vasilije Micic, le sitúan en otra esfera competitiva. Un poco, y salvando las distancias, como le sucedió en su día a un Doncic sin parangón. La hoja de ruta y la metodología de aprendizaje en la cantera del Real Madrid, que dirige el exinternacional Alberto Angulo, han sido muy parecidas. Un modelo de éxito que funciona y que atrae potenciales nuevas estrellas cada curso.

Más que un abusón

Usman sueña con visitar Nigeria, la tierra de sus padres, la de su familia, un viaje que aún no ha podido acometer por lo saturado de sus veranos, siempre con las Selecciones de formación y ahora, por primera vez, con la absoluta en unos Juegos Olímpicos con apenas 19 años. La culminación de una carrera adelantada a los estándares, cuando con 14 ya medía prácticamente lo que hoy y su envergadura superaba los 215 centímetros. Siempre impuso el físico, su energía y calidad atlética; aunque desde niño aprendiese a destacar también por la coordinación adquirida en una cruzada frente a sus largos brazos y piernas, por el manejo del balón y la habilidad en el pase, por esa facilidad para atrapar el rebote y correr botando de campo a campo para estampar la bola en el aro contrario y por su inteligencia, que le ayudó a entender el juego más rápido que a algunos compañeros.

Era más que un abusón y pronto mostró una avidez por el baloncesto que le impulsa a ver partidos con devoción, en busca de la mejora continua, de copiar un gesto o un movimiento para incorporar a su repertorio. Una autoexigencia que en ocasiones le ha penalizado en el fallo y que en los últimos meses ha comenzado a gestionar mejor con ayuda profesional externa. No pocas veces se le ha visto en el banquillo del Madrid lamentado una mala fase de partido. “A veces le hemos exprimido de más por necesidad”, llegó a reconocer su entrenador, Pablo Laso, cuando el chaval aún tenía 18 años. Y casi siempre respondió.

Récords de precocidad

Procesar el error y seguir, ese es el camino que se ha fijado para continuar con su adaptación permanente, en breve en la NBA, y antes en sus meteóricos saltos de categoría que le condujeron a ganar el Eurobasket Sub-16 y a ser el MVP del torneo con solo 14 años, sí, sí, 14, cuando sus rivales contaban con 16, algo escandaloso en el baloncesto europeo. Redondeó un triple-doble en aquella final de 2016 (15 puntos, 11 rebotes y 10 tapones) solo al alcance de Dario Saric y Ricky Rubio en la década anterior. Una trayectoria que rompía moldes, como cuando atrapó 32 rebotes en la final de la Minicopa ACB o debutó en el primer equipo del Madrid el 28 de octubre de 2018 con únicamente 16 años y 7 meses, muy cerca del imbatible Doncic (16 y 2). O cuando se colgó otro oro con España, esta vez en la Sub-18 con un año menos del límite marcado, o fue el más joven en lograr un doble-doble en la ACB por delante de (sí, otra vez) Doncic y Ricky. En ese 2019 fue también campeón de la Euroliga júnior.

Pese a su evidente timidez con los medios, asume los retos sin titubear, uno tras otro, casi de igual manera que encadena esfuerzos a un ritmo que la mayoría de sus adversarios ni aspira a alcanzar. Ese es ahora, y no el tamaño, su gran ventaja física. Intensidad, vigor y piernas poderosas que dan cilindrada al motor que le catapulta y le permite cambiar la inercia de bastantes partidos. Lo hace con la fiereza de sus rebotes o defendiendo a un base como Micic, el MVP de la Euroliga, en toda la cancha. O quedándose atrás en un cambio de emparejamiento con cualquiera de los cinco jugadores rivales o bloqueando tiros como un cosaco o...

El tiro de tres y la explosión ante Micic

Aire de revolución y mucho apetito aún en plena maduración, en un momento en el que anda muy centrado en expresarse en la pista con elocuencia, en leer el juego y los espacios y, sobre todo, lanzar mejor de tres puntos, donde ha mostrado grandes avances en la mecánica y en la velocidad de ejecución que le dan otra dimensión como ala-pívot tras apenas dos cursos totalmente integrado en la primera plantilla merengue.

La Euroliga es la segunda gran competición de clubes del mundo y la ACB, la mejor liga nacional fuera de la NBA. En ambas acaba de ser nombrado la estrella emergente (rising star), el jugador joven más destacado, y aunque su impacto no se traduzca solo en números, sus 24 puntos, 12 rebotes y 30 de valoración ante el campeón de Europa, el Efes, en un duelo clave del playoff continental de cuartos, definen bastante el escenario. Aquella noche asistimos al aullido del lobo que delimita su territorio en un momento en el que su equipo se sentía amenazado, cuando sus compañeros más lo requerían.

En la ACB ha promediado 5,8 puntos y 5,3 rebotes en 18 minutos, y por encima en el playoff: 6,7 (37% de tres) y 5,6. Y en la Euroliga, 3,9 tantos (34% en triples) y 4 rechaces en 16:17 en cancha. Cifras a las que añade esa capacidad para apocar al rival en la zona defensiva y para, en ataque, aguantar primero el impacto y asaltar luego el aro enemigo, virtudes que le sitúan, y más con su evolución constante, como un buen jugador de pick and roll, muy bueno en el futuro. También es notable en el corte desde el lado débil en auxilio del manejador de balón para que este encuentre el pase final, algo que vio hacer muy bien a su excompañero Gabriel Deck (Oklahoma City Thunder). Apila unos números reseñables, por presencia en pista, que iban camino de multiplicarse en temporadas venideras... La vieja Europa puede que no lo vea. Garuba quiere seguir con su misión en América.