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NBA

Crece la tensión en una NBA que necesita 15.000 test para arrancar

Algunos ejecutivos y agentes claman por la cancelación, LeBron les responde y Adam Silver habla de "responsabilidad civil" mientras se llega a la fecha bisagra del 1 de mayo.

Mike LawrieAFP

Ha llegado el 1 de mayo que parecía lejano cuando Adam Silver aseguró que era la fecha a partir, nunca antes, de la que habría noticias sobre la NBA. Sobre la temporada 2019-20... y la 2020-21. También la fecha en la que los jugadores cobrarán el último cheque con normalidad. A partir del que percibirán el día 15, notarán el 25% de sus salarios que irá al fondo común pactado a modo de provisión para suavizar, llegado el momento, el efecto en el bolsillo de los jugadores de una posible cancelación. Esta sigue siendo una amenaza muy real, más después de que esta misma semana el Doctor Fauci, la cabeza visible de la pelea contra el coronavirus en EE UU (una batalla muy desigual y en la que no todos los estamentos están teniendo la misma responsabilidad), asegurara que es dificil que se salven las temporadas en muchos deportes y que se acerca el momento de "tener que ir haciéndose a la idea". Él mismo, mientras todos trataban de ganar tiempo y de ir adquiriendo una información que no termina de ser concluyente, dejó claro en su día un mantra que nunca ha dejado de parecer terriblemente cierto: nosotros no fijamos los plazos, los fija el virus.

En las últimas horas los movimientos en el entorno NBA se han sucedido de forma significativa. Mientras Mark Cuban, propietario de Dallas Mavericks, hablaba en CNN de un "optimismo moderado" en que pueda haber temporada NBA, aunque con máxima cautela a la hora de hablar de plazos y formas, LeBron James se mostraba impulsivo en las redes sociales: "¿He visto algunas informaciones que dicen que hay directivos y agentes pidiendo que se cancele la temporada? No es verdad en absoluto. Nadie que yo conozca está diciendo algo parecido. Tan pronto como sea seguro nos gustaría terminar la temporada. Yo estoy preparado y nuestro equipo está preparado. Nadie debería cancelar nada".

Algunas informaciones: Jabari Young (CNBC) estaba generando ya revuelo, justo desde un poquito antes de la intervención de LeBron, con un artículo en el que aseguraba que las voces pidiendo la cancelación creían, en número y fuerza. Y que estas incluían a ejecutivos de franquicias y a agentes de jugadores. La preocupación por la seguridad de jugadores y trabajadores no decrece, se ve con mejores ojos la preparación de una temporada 2020-21 que desde luego estará muy afectada todavía por la crisis del coronavirus y se agiganta la ansiedad por la situación económica en una liga en fase de "cero ingresos", como reconoció el propio Silver, más para unos propietarios de franquicias que han visto parados también sus ingresos en el resto de sus negocios.

En un mundo de complejo reparto de beneficios y en el que hay franquicias que sufren en el día a día pese a la bonanza en la que se movía una liga que estaba generando unos 8.000 millones de dólares al año, algunas ni siquiera creen ya que tratar de disputar algunos partidos vaya a ser rentable, a compensar por los gastos que de por sí acarrearía esta optimista opción. Las pérdidas de una posible cancelación sobrevuelan, tal y como se estima, el terreno de los 2.000 millones de dólares (siempre superarían los 1.000). Y la NBA podría abrir aún más el grifo de su línea de crédito, que ya pasó de unos 600 millones de dólares a 1.200, para garantizar el cash de las franquicias. Por eso, a 1 de mayo, circula la impresión de que quieren parar quienes ya no jugaban para nada y quieren seguir los que aspiraban a ser campeones. Por eso Steve Kerr dijo el otro día que sus Warriors ya estaban en "modo final de temporada" y que no pensaba que ningún posible ajuste en el formato les incluyera. Y por eso LeBron ha aparecido con vehemencia cuando se alargaba la sombra de la cancelación: los Warriors marchaban como peor equipo de la NBA (15-50) mientras los Lakers de LeBron lideraban el Oeste (49-14) establecidos como uno de los más firmes candidatos al anillo.

Retrasar lo inevitable... o salvar los muebles

Los agentes, según Young, han mostrado sorpresa por la tozudez de Silver en seguir buscando soluciones donde no parece haberlas, creen que se está retrasando lo inevitable y se centran en las dificultades que pueden tener sus clientes (jugadores, entrenadores...) a nivel contractual. Hasta algunos ejecutivos de las grandes televisiones consideran que se habla con demasiada alegría de jugar de cualquier manera para salvar al menos esa parcela, y desconfían de una planificación que todavía resulta imposible ya que no se sabe cuándo podría hablar de retransmitir partidos en julio o agosto. Disney (ESPN y ABC) y Turner (TNT) pagan unos 2.700 millones de dólares al año después de una histórica renovación por nueve temporadas que entró en vigor en 2016. Las franquicias, además, dependen en gran parte de los ingresos por sus contratos de televisión locales.

Según Jabari Young, Adam Silver volvió a hablar hace dos semanas al comité ejecutivo de la liga de casi una "responsabilidad civil" por retomar la competición en la que todavía no se descartaba, y Los Angeles Times acaba de publicar algo parecido, que se jueguen de una forma u otra partidos de Regular Season, no solo playoffs. Lo que parece obvio es que no habrá público en las gradas y que se optará por una sede burbuja, con Las Vegas siempre como baza obvia y el complejo de Disney World ganando enteros en las últimas fechas. Silver, según Adrian Wojnarowski (ESPN), nunca ha estado muy convencido de la opción Las Vegas, y algunos veteranos de la liga también han considerado que no sería el mejor entorno para poner a prueba la paciencia de los jugadores más jóvenes.

Mientras surgen esas voces que hablan de una NBA partida, en la que unos aprietan por la cancelación y otros siguen queriendo apurar todas las opciones, el propio Wojnarowski define la situación en las oficinas de la liga, donde se mantiene el optimismo en casi todos los niveles, pero se asume que se viene en una situación de constante excepcionalidad que no permite nada que no sea repensar constantemente los planes y "planear una contingencia a partir de cada contingencia". Así hemos llegado a mayo, apenas ganando tiempo y con todos los frentes todavía abiertos. Hay comités de competición, propietarios, de general managers y entrenadores y hasta de medios de comunicación, encargados de avanzar en lo que tendrían que ser unas retransmisiones con cámaras robotizadas, nuevos formatos y nuevo estilo de producción y, seguramente, narraciones y salas de prensa telemáticas. La NBA cree que bastaría con que cada equipo presente para los partidos un plan de mínimos de unas 30 o 35 personas, jugadores incluidos.

Mientras, las noticias sobre la reapertura de las instalaciones para entrenamientos todavía individuales y voluntarios demostró a Silver que se mueve en terrenos resbaladizos y en un tiempo en el que el liderazgo por consenso es casi imposible. Durante el pasado fin de semana los rumores y filtraciones fueron constantes, las discusiones entre bastidores también y finalmente la NBA tuvo que retrasar al día 8 cualquier reapertura en los estados donde ya se van a suavizar o literalmente retirar las normas de confinamiento. La vuelta a los entrenamientos colectivos y más o menos convencionales requeriría de una disponibilidad masiva de test. La NBA calcula que necesitaría unos 15.000... y que no haya problemas de suministro entre la población y el personal sanitario. Con la promesa de algunos fabricantes de que dispondría de esa cantidad que necesita, Silver prefiere evitarse lo que podría ser un golpe a su imagen, algo que ya sucedió después de la cancelación (el 11 de marzo) y cuando varias franquicias tuvieron acceso a test (adquiridos de forma privada siempre) para todos su jugadores y personal.

Para dejar clara la hoja de ruta en un tema tan sensible, la liga ha enviado un documento a los equipos en los que rechaza la opción de hacer test a jugadores y trabajadores asintomáticos ya que "por ahora, no es apropiado en el actual clima con respecto a a las cuestiones de salud pública". Del mismo modo, se pide a los equipos que que se decida a quién se hará las pruebas pertinentes "tras consultar con especialistas en enfermedades infecciosas y según las circunstancias individuales de cada persona y las recomendaciones y normas sanitarias de la zona en la que está afincada cada franquicia".

Jugar requeriría, primero, de más o menos un mes para que las plantillas estén más o menos preparadas. Con la gigantesca NFL pendiente de qué hace la NBA, y cruzando los dedos para que haya partidos, en las oficinas de la liga se cree que se puede realmente llegar a un calendario que permita jugar y terminar la temporada en septiembre. Esto llevaría el inicio de la siguiente a Navidad y su finalización a julio o agosto de 2021. Esta opción siempre ha sido del gusto de la NBA, a la que le resulta muy sugerente coincidir menos que ahora con el football (NFL y College) y toda vez que las grandes televisiones ya no temen programan eventos de primera magnitud en el antes desierto verano. Además, ahora mismo serviría para ganar tiempo: cuanto más tarde empiecen los partidos de la temporada 2020-21, menos de ellos se jugarían en teoría sin público en las gradas.