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Ricky cumple 500 partidos NBA con números de jugador grande

Ante los Nuggets, el base español alcanza esa cifra redonda con unos promedios en su carrera que le sitúan cerca de los grandes bases de la NBA.

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Ricky cumple 500 partidos NBA con números de jugador grande

Esta noche (03:00 hora española), en Denver y ante los Nuggets, uno de los mejores equipos de la NBA, Ricky Rubio (que acaba de cumplir 29 años) jugará su partido número 500 en la NBA. En realidad sería el 511 si se cuentan los once que disputó de playoffs en sus dos años en Utah Jazz. Pero en el deporte estadounidense las estadísticas de las eliminatorias se separan y los datos básicos se obtienen de las fases regulares. Ricky lleva hasta hoy 499 partidos de Regular Season y hoy juega el 500. Sus medias son de 11,1 puntos, 4,2 rebotes, 7,7 asistencias y 1,9 robos. Y sus porcentajes de tiro, su gran caballo de batalla, 38,8% en tiros de campo, 41,2% en tiros de dos, 32,1% en triples y 83,8% en tiros libres.

El partido 500 será el segundo de la recién estrenada etapa en Phoenix Suns, abierta con excelente sabor de boca en un aplastante triunfo inaugural ante los Kings, uno de los equipos revelación de la pasada temporada y un aspirante a, si todo le sale bien (el miércoles le salió todo muy mal) colarse en los carísimos playoffs del Oeste. Ricky sumó 11 puntos, 6 rebotes, 11 asistencias y 4 robos. No tiró bien (4/12) pero jugó un partido fantástico como director, mejorando todo lo que pasaba por sus manos y por una cabeza que Monty Williams, el nuevo entrenador de los de Arizona, afirma que siempre sabe lo que él va a ordenar. Así son los bases buenos de verdad. Después de seis años en los disfuncionales Timberwolves y dos en los competitivos Jazz, el salto a Phoenix Suns es la apuesta por un gran contrato (3 años, 51 millones) y por un rol de jugador ya veterano y estabilizador, un catalizador para dos jóvenes estrellas (Devin Booker y DeAndre Ayton) y una certeza para un proyecto que lleva nueve años fuera de playoffs... y dando tumbos. Así son las carreras deportivas, Ricky ya ha dejado atrás sus tiempos de joven promesa y de estrella en ciernes y ahora es un jugador con galones, experiencia y mucha inteligencia.

Y conviene recalcar esto porque hay que poner en perspectiva la figura del base de El Masnou, del que se esperaba tanto cuando era un niño prodigio que todo lo que ha venido después ha parecido a veces decepcionante. Y no es justo, como ha quedado claro en un verano en el que ha sido MVP del Mundial 2019, donde ha dejado además la gran actuación global con la Selección que se le había resistido en otros grandes torneos.

Histórico en cadete y precoz en los Juegos

Sí: Ricky no ha llegado a tanto como esperaban en Estados Unidos cuando aterrizó en Minnesota casi como una estrella del rock en el verano de 2011. Ni ha sido el jugador de otra dimensión que se esperaba en España cuando en el Europeo Sub-16 de 2006 firmaba cuádruples-dobles y dejaba en la final contra Rusia 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias y 7 robos. Cuando jugaba la final de Pekín 2008 con solo 17 años, récord precocidad, después de haber debutado en la ACB en la temporada 2005-06 con 14 y 11 meses y antes de dirigir a un Barcelona colosal que ganó la Euroliga de forma estruendosa en 2010. Pero Ricky ha sido, es, un gran jugador de baloncesto. Con defectos y limitaciones, pero con unas enormes virtudes. Y ahora, cuando abre la puerta al segundo tramo de su carrera, en el deporte se pasa de promesa a veterano de forma casi inadvertida, esas virtudes empiezan a pesar demasiado en la balanza para que no se reconozca al Ricky director, al playmaker que tiró de España en un Mundial que parecía imposible de ganar a mediados de agosto y en el que promedió 14,6 puntos, 4,6 rebotes y 6 asistencias.

VARIOS 08

El partido 500 será también el 479 como titular, algo que desde luego no es fácil de conseguir y en lo que él ha sido estable durante ya casi nueve años en una NBA en la que debutó el 16 de diciembre de 2011, después de lockout y en el primer lleno en el pabellón de los Timberwolves en cuatro años. Había sido elegido (con un pick que originalmente era de Washington Wizards) en 2009 con el número 5 de un draft en el que los errores de los Wolves también le pasaron factura a él, a veces señalado por llegar menos alto que algunos de sus compañeros de generación. Con Blake Griffin como intocable número 1 y James Harden en el 3, la franquicia de Minneapolis tenía las elecciones 5 y 6 y las gastó en dos bases, Ricky y Jonny Flynn. Con el número 7 los Warriors eligieron... a Stephen Curry. Las comparaciones han sido odiosas desde entonces, para Ricky y para cualquier jugador del mundo no digamos para un Flynn que solo jugó 134 partidos con los Wolves y que lleva fuera de la NBA desde 2012.

Ricky ha ganado ya en contratos NBA 71,4 millones de dólares, sin contar los 51 que tiene ahora garantizados hasta 2022 en Phoenix. En octubre de 2014 firmó una ampliación de cuatro años y casi 56 millones con los Wolves, que no querían que saliera libre al mercado en el siguiente verano, cosa que sí que hizo el pasado julio, cuando los Jazz miraron hacia otro lado (Mike Conley) y él estuvo cerca de Indiana Pacers antes de decantarse por los Suns. En Salt Lake City jugó dos años (12,9 puntos, 4,1 rebotes, 5,7 asistencias) y aprendió a moverse en un equipo mucho más competitivo y estructurado que unos Wolves que le habían traspasado en el verano de 2017 a cambio de una primera ronda de 2018. En Minnesota y durante seis temporadas con obvios altibajos, promedió 10,3 puntos, 4,2 rebotes y 8,5 asistencias a lo largo de 353 partidos, todos menos como titular. Allí se coló en el Quinteto Rookie de 2012 y fue reclutado dos veces para el Rising Stars del All Star Weekend (2012 y 2013), pero también conoció la cara menos agradable de la NBA, el deporte y la vida: malas temporadas en un equipo que no terminaba nunca de coger forma, las lesiones de rodilla y tobillo que le frenaron en 2012 y 2014, nada más firmar su nuevo contrato y, como uno de los momentos que han marcado su vida posterior, el fallecimiento de su madre en mayo de 2016.

El quinto español con más partidos NBA

No es fácil ser un guard europeo en la NBA. De la última generación de grandes, no cuajaron jugadores como Nick Calathes, Alex Shved, Nando De Colo, Milos Teodosic, Vassilis Spanoulis o el Chacho, Sergio Rodríguez. Antes se volvieron con mal sabor de boca talentos descomunales como Djordjevic, Jasikevicius, Rigaudeau... El perfil de europeo con más trazos de triunfar sigue siendo un jugador alto y con los fundamentos y la muñeca más finos de este lado del Atlántico. Los mejores bases han sido Tony Parker, Goran Dragic, la explosión truncada de Drazen Petrovic, las carreras largas y productivas de Beno Udrih y José Manuel Calderón... Y allí está ahora los Satoransky, Schröder... y Ricky Rubio, que es el quinto español con más partidos NBA tras los Gasol (1.226 Pau y 796 Marc), José Calderón (895) y Serge Ibaka (619).

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Las estadísticas de Ricky también merecen una mirada con perspectiva: es decimoctavo histórico en media de asistencias, con esas 7,7 que entre jugadores en activo solo superan Chis Paul (9,6), John Wall (9,2) y Russell Westbrook (8,4). Siguen a Ricky, nada menos, LeBron James y Stephen Curry. En media de robos es segundo en activo y también está entre los 20 mejores de siempre con sus 1,9 (Chris Paul es también líder con 2,2). Son números que, por lo tanto, ya pesan de verdad. Tejen una carrera importante que quizá no siempre se ha juzgado con justicia porque, simplemente, esperaban más. Lo esperábamos todo. Pero llevar nueve años en la NBA siendo titular y promediando 11 puntos y casi 8 asistencias por partido no es nada fácil. Y la historia de la liga lo demuestra.

Los topes de Ricky en un partido son, en los principales apartados estadísticos, 49 minutos, 34 puntos, 13 rebotes, 19 asistencias, 6 triples y 8 robos. Totaliza 105 dobles-dobles y cinco tiples-dobles. Acaba de estrenarse con un excelente pie con los Suns y llega a su partido 500 en un momento dulce, con un poso de jugador inteligente, experto y que sigue viendo el baloncesto antes de que suceda. Un director de juego privilegiado al que los Suns, cansados de ser un desastre, han elegido como uno de los líderes llamados a cambiar la cultura de la franquicia. Y es fácil entender por qué: Ricky es, por encima de muchos otros análisis y comparaciones, un excelente jugador de baloncesto. Y como tal cumple 500 partidos en la mejor liga del mundo.