Estamos en marzo, pero la de hoy es una final.

La final de la ULEB no es el 10 de abril en Charleroi, es hoy, en Vistalegre. Es el partido más importante del año. Hay que jugar para vivir o morir.

Palabras mayores, por tanto, más graves aún teniendo en cuenta que no llegan al partido en el mejor momento. ¿A qué se debe ese bajón?

En parte al cansancio, a lo apretado del calendario, en parte a las lesiones... Los mejores equipos ACB, quizá excepto el Tau, han sufrido un bajón en lo que llevamos de temporada: Barça, Unicaja, etc. Nosotros nos mantuvimos fuertes durante meses, aunque es cierto que en los últimos partidos hemos tenido problemas. Quizá también influye el aspecto anímico, ya que el hecho de estar jugándonos el pase a una final europea puede pasar factura en la competición nacional. Es posible que nos haya descentrado un poquito.

Me atrevería a decir que la Copa del Rey, la manera de perder la final, es lo que más les ha afectado.

Probablemente, porque es muy duro perder de esa manera cuando estás tan cerca de un gran título. Fue un golpe moral.

Y encima resucitaron al Winterthur Barcelona.

No sé si es realmente así. Es cierto que el Barcelona no había jugado muy bien hasta Málaga y que desde entonces ha mejorado sus resultados, pero es normal teniendo en cuenta su potencial y plantilla. Pero, por ejemplo, el sábado en el Palau Blaugrana, tuvimos opciones de llevarnos el triunfo. Tras el descanso nos pusimos a un solo punto un par de veces, pero quizá nos faltó una velocidad más.

Velocidad que hoy es necesario meter para batir al Unics Kazan y llegar a la final.

No queda otra. Vamos a luchar sin respiro, debemos emplearnos al cien por cien.

Aunque, como es su caso, ande renqueante. Se acabó el top-secret, díganos qué es lo que le pasa.

En el primer cuarto del partido en Kazan sufrí un golpe en las costillas que me dolió un montón, aún me duele. No dije nada, porque el partido de Barcelona era importante. Y el de hoy lo es aún más. Así que...

Así que, los dolores se quedan en el vestuario. Y a partir de ahí, a superar los siete puntos por los que se perdió en la ida en Kazan. ¿Su receta para la remontada?

Hay que defender muy fuerte, mucho mejor de lo que lo hicimos en Rusia. Y es importantísimo que el público apriete. Tenemos que meter presión a los árbitros, que sepan dónde están, lo mucho que hay en juego en el partido. Debemos golpear primero, transmitir ese mensaje a los árbitros.

El otro mensaje lo debe mandar usted a la afición, decepcionada por su -14 de valoración en el partido de ida. ¿Recordaba un partido peor?

Es difícil recordar un partido tan malo. El golpe en las costillas me afectó, pero no valen excusas. Tengo demasiado corazón y juego siempre que creo que puedo ayudar al equipo.

¿Qué Bullock veremos esta tarde en Vistalegre?

El de siempre, el que se sacrifica por el equipo... el de Kazan se quedó en Kazan. No estoy para meter 30 puntos y perder. No soy ese tipo de jugador.

Pese a las críticas...

No tengo miedo a lo que la gente escribe de mí tras los partidos. No dormí bien tras lo de Kazan, pero al día siguiente ya estaba pensando en el encuentro de hoy.

En el que no hay lugar para los nervios.

No conozco esa palabra.