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Sobre la candidatura de Gijón al Mundial 2030

“El fútbol es como el ajedrez, pero sin dados”, dijo Lukas Podolski. A saber en qué estaba pensando el bigardo cuando nos regaló esta genialidad, pero resumió con maestría lo extraño que puede resultar este deporte cuando queda en manos de iluminados. Pienso en la de Podolski mientras leo noticias sobre la candidatura de Gijón (y otras 15 ciudades españolas) para acoger el Mundial 2030 que Luis Rubiales aspira a celebrar en España, Portugal y Ucrania. España, Portugal y Ucrania. Si suena extravagante es porque lo es.

La Federación Española de Fútbol ha convocado para el martes una reunión con las quince sedes candidatas. Allí estará presente David Guerra, presidente ejecutivo del Sporting y cara visible del Grupo Orlegi que ha comprado el club recientemente. Los dueños mexicanos del Sporting llevan tiempo trabajando en la evolución del club pero también en una candidatura mundialista de nombre apoteósico y contenido vaporoso. ‘Asturias 2030′ se llama la iniciativa y es una de las fábricas de humo con mejor salud en el maltrecho panorama empresarial asturiano.

Por aterrizar su propuesta (qué gran verbo es aterrizar para todo lo referente a la humareda marquetiniana) quieren conseguir unos 60 millones de euros de las arcas públicas. Proponen que las administraciones asuman un 20% de los 300 millones en los que han presupuestado la aventura. La liquidez debería llegar a través de tres vías: Principado, Gobierno central y Ayuntamiento de Gijón, que ya ha adelantado que no se ve en condiciones de aportar ni un euro. El resto, inversión privada. Por supuesto, como es ley en cualquier tipo de ocurrencia futbolística que toque a lo patrimonial, las promesas de retorno son maravillosas. Mi favorita puede leerse en su web: traerán 40.000 puestos de trabajo y 5.000 millones de euros de actividad económica a Asturias.

Teniendo en cuenta que el PIB de la región ronda los 23.000 millones al año, produce sonrojo leer que Orlegi promete crear más de una quinta parte en la semana y media que dura un Mundial. En una comunidad con 63.000 parados, en la que llevamos esperando veinte años por un tren que nos conecte de manera eficaz con el resto del país, esta gente promete 40.000 puestos de trabajo. “Somos un territorio disperso, donde es difícil gestionar unos servicios públicos que, a veces, sencillamente no llegan”, explican en la web de la plataforma. ¿La solución? Pedir 60 millones de euros a los asturianos sin ponerse colorados. ¿Para qué? Para reformar El Molinón y explotarlo comercialmente, que es la aspiración de todos y cada uno de los empresarios que llegan a este deporte. Sí, Lucas, a veces el fútbol es como el ajedrez pero sin dados.