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Rudy, adiós a un guerrero inigualable

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No era un día cualquiera en la vida de Rodolfo Fernández Farrés. ‘Rudy’ para los amigos y para los que amamos el bendito deporte de la canasta. Rudy anunció su adiós definitivo al baloncesto, cuando finalice este curso, en el día en el que cumplía los 39 años. Hay que ser realmente muy bueno para mantenerse en la élite (tanto en el Madrid como con España) a esa edad que ronda los 40. La mayoría de los jugadores se bajan antes de ese carro agotados por el desgaste de un deporte tan exigente y porque los títulos llenan la barriga hasta perder el interés. Pero eso no va con Rudy Fernández, un gladiador de las canchas que ha sabido resistirse a sus crónicos problemas de espalda para superarse en cada entrenamiento y en cada partido hasta convertirse en indispensable y en inevitable.

El mallorquín es un triplista increíble, pero siempre me maravilló más su infatigable actitud defensiva. Ya empezó a mostrarlo con la camiseta del Joventut, donde nos regalaba mates dignos de esa NBA a la que acudió para dejar su sello en Portland Trail Blazers y Denver Nuggets. Pero allí no estaba su sitio. Su hábitat natural era el Real Madrid, un equipo hecho a su medida. Desde 2012 ha alumbrado el WiZink con sus canastas maravillosas, sus explosivos cortes de balón, su defensa asfixiante y su fe inquebrantable para levantar partidos imposibles. Jamás olvidaré lo que hizo en la última remontada ante el Partizán de Obradovic en el ‘Partido de los Partidos’ con ese 3-2 que nos metió en la Final Four de Kaunas que dio pie a la Undécima con el canastón de Sergio Llull.

Rudy lleva el ADN del Madrid en sus venas mallorquinas. Y con España nada será igual sin él, como dejó claro en ese último Eurobasket de Alemania donde fue determinante para levantar el oro ante Francia. Al menos, hará un último esfuerzo en ese Preolímpico de Valencia para lograr jugar en París sus sextos Juegos, una gesta a la altura sólo de los elegidos. Rudy, te vas y nos dejas huérfanos de tu basket eléctrico y genuino, pero has logrado lo más importante. Dejas huella.

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