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Rubiales enseña la puerta a Luis Enrique

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En su conferencia de prensa tras la derrota en los penaltis ante Marruecos Luis Enrique dejó en el aire su continuidad. Lo chocante es que se manifestó como si dependiera de él. Lo iba a pensar en la paz de la familia y los perros y luego decidiría. Daba por sentado que Rubiales y Molina le querían mucho, que estaban a lo que él dijera. Si quieres, sigues, claro que sí, esta es tu casa. Si no quieres, qué vamos a hacerle, nos apañaremos. Pero no era así. Extraviado en la exploración de su inmenso ombligo, Luis Enrique no sabía algo que ya estaba corriendo por los mentideros: Rubiales se estaba hartando de él. Ya había dejado de ser su hombre.

Varias cosas no han gustado, entre ellas el ‘streaming’, eso tan divertido para aquellos a los que divierte escuchar a Luis Enrique contestar con frescura adolescente preguntas venidas de cualquier parte menos de periodistas con colmillo. No consultó para hacerlo, ignoró que la estrategia de comunicación de la Federación no está entre sus competencias. Luis Enrique ha ido confundiendo cada vez más su sagrada y debida autonomía para elegir jugadores y decidir quiénes y cómo han de jugar con una imposición de su albedrío en aspectos que no le están encomendados. Un hombre que pierde sus límites se pierde a sí mismo.

No decidía él, decidía la Federación. No es difícil imaginar que a Luis Enrique no le hacía gracia irse fracasado y que hubiera querido seguir hasta la fase final de la Nations League, en junio, para enmendar el tipo. Y entonces sí, entonces irse al Atleti, que le tiene (o tenía) como repuesto ideal del desgastado Cholo. Pues no le han dado ese gusto. Al puesto promocionan a De la Fuente, que ha tenido éxitos en categorías inferiores con los jugadores que ahora están en edad de merecer, lo que le garantiza su respeto. Y que es un señor educado que no va a andar abriéndole nuevos frentes a Rubiales, que bastantes tiene ya como para que la Selección sea uno más.