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Pablo Barrios sacó al Atleti del atasco

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El partido de anoche en Espiñedo condensó todas las incertidumbres que Rubiales buscaba al retornar acertadamente a estas eliminatorias a un partido en casa del modesto. En algunos casos el campo no da unos mínimos y, lástima, el partido se traslada a otro próximo y mejor. El Arenteiro sí tiene campo que da los mínimos en el que hacerse fuerte. Allí hizo pasar las de Caín al Valencia el curso pasado, allí ha caído en esta el Almería, y allí se enfrentó el Atlético a un partido desapacible sobre un terreno blando y degradado, de los que ya no se ven. Lo de anoche es otro fútbol, pero también es fútbol, con un viejo sabor olvidado.

Tuvo que picar el Atlético, que hubiera tenido un gravísimo quebranto caso de quedar ayer fuera. Sin Europa, sin más aspiración real en LaLiga que salvar el puesto Champions, la Copa es la única llamita de ilusión que mantiene encendida. Simeone no escatimó nada, salió con los mejores que tenía, entre los que no estaba João Félix, con una oportuna faringoamigdalitis. Las bajas permitieron ver como titular a Pablo Barrios, que se comportó como un jabato sobre aquel barrizal y hasta marcó el 1-2 que despejó las angustias del Atlético. Antes de eso Markitos había hecho el 1-0 con un golazo, tras lo que el Atlético marcó un penalti y falló otro.

Comentó Maldini en la transmisión de Movistar que campos así ya no se ven pero que años atrás eran frecuentes, incluso en la máxima categoría. En esas condiciones jugaron con demasiada frecuencia Di Stéfano, Pelé y hasta Maradona, aun siendo este bastante posterior. No es nada para añorar, pero sí conviene tenerlo en cuenta a la hora de valorar el mérito de lo que conseguían sobre superficies así. Fue un partido de otra época en todo: sin VAR, que quizá el bravo Arenteiro echó de menos en los penaltis, y con un descuento razonable de cuatro minutos, no esos desmadres mundialistas. Un interesante viaje al pasado del que el Atlético vuelve indemne.