No te comas el coco

Te hemos echado de menos, querido Madrid. Aunque, y hay que agradecértelo, hayas reducido el periodo de ausencia de los rectángulos verdes a su mínimo jugando el último partido posible de la temporada pasada, la ya mítica final de Champions de París. Y ya estás aquí para enseñar, del otro lado del océano Atlántico, tu camiseta blanca flanqueada de un bonito número 14. Ha pasado muy poco tiempo desde aquella noche del Estadio de Francia y el mundo del fútbol sigue preguntándose cómo has conseguido tal hazaña cuando nada parecía prometer tan glorioso final. Por tu lejano pasado y por tu pasado más reciente, sientes la obligación de ganarle al Barça este domingo en la ciudad del juego, de las luces y de la desmesura. Te entiendo porque sé que tus aficionados son los más exigentes del mundo y no te perdonan ni una.

Sin embargo, tú, querido Madrid, no tienes nada que demostrar ahora. Porque, como siempre dice tu admirado Carletto, “lo importante no es como empieza sino cómo acaba” y porque los amistosos de giras de verano sólo son pequeños entrenamientos con fines de grandes ganancias de dinero e imagen. Sólo los perdedores se enorgullecen de ganar partidos de este tipo, sólo ellos los usan para nutrir sus engañosos relatos. Contigo no hace falta maquillar la realidad. Así que disfruta de la pachanga contra los culés. Pero no te comas el coco.