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Nadie pierde en los Lakers

El aficionado al deporte se levantó en horario europeo con una noticia bomba del mercado de baloncesto: Luka Doncic había sido traspasado a los Lakers por los Mave­ricks, que a su vez reciben a otro ilustre de la liga, Anthony Davis. Como el domingo se celebraba el Día de la Marmota, enseguida establecimos una similitud, por repetición, con el desembarco de Pau Gasol en Los Ángeles en 2008. La casualidad ha sido tan caprichosa, que incluso ha coincidido en la fecha, el 1 de febrero, justo 17 años después. Gasol llegó entonces para formar una pareja de ensueño con una de las grandes estrellas de siempre, Kobe Bryant, con quien conquistó dos anillos. Doncic aterriza ahora al lado de otro insigne, LeBron James, aunque sus 40 años invitan a pensar que la jugada también tiene bastante de relevo de futuro. LeBron es un gran padrino para el base esloveno, por quien ya ha manifestado su admiración en varias ocasiones. Basta recordar cuando James eligió a “Luka Magic Doncic” para su equipo del All-Star de 2021.

La llegada de Doncic revoluciona la NBA, que vuelve a situar a los Lakers entre sus candidatos. Hoy y mañana. Por el contrario, ya no podrá aspirar a la sucesión de Dirk Nowitzki, el hombre que llevó a Dallas a su último anillo en 2011. Luka se ha quedado en el tope de su vigente subcampeonato. Lo más sorprendente del asunto es que el traspaso se hizo sin el conocimiento hasta última hora del propio Doncic. Con la mirada europea, el hecho es peculiar. ¿Se imaginan que un galáctico del fútbol, imaginen a Mbappé o Haaland, dejara su actual equipo a mitad de temporada por decisión unilateral de su club? Pues eso es lo que ha ocurrido en la NBA. El esloveno cede incluso dinero, aunque el prestigio de la franquicia más emblemática de la liga le impulsará rápidamente a recuperarlo. Nadie pierde en los Lakers.

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