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Jack y un grupo de amigos

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Junio de 1990, tras su eliminación ante Italia, los jugadores de la selección irlandesa cantan a su entrenador, el mítico Jack Charlton, una versión de Hey, Jude de los Beatles con una letra escrita para él en la que le dan las gracias. “Desde que estás con los irlandeses, nos enorgulleces y nos haces sentir mejores” dice la letra. El bueno de Jack Charlton, un hombre rudo y serio, no puede evitar mostrar su emoción. La escena forma parte del fantástico documental Finding Jack Charlton con el que la Fundación Athletic Club, para la que trabajo, abrió su festival de cine y fútbol Thinking Football Film Festival la semana pasada.

Jack Charlton tomó las riendas de la selección irlandesa en 1986 y la llevó a participar consecutivamente en las que serían sus tres primeras grandes citas: la Euro de 1988 y los Mundiales 90 y 94. Estuvo al frente de la escuadra verde durante una década. Deportivamente su mayor éxito fue alcanzar los cuartos de final en Italia 90. Sin embargo, lo que muestra el documental es lo que el míster inglés logró fuera de la cancha: nada menos que ayudar a recuperar el orgullo de una identidad nacional dañada por una historia de perjuicios y humillaciones.

Las imágenes de las gradas desbordadas de hinchas irlandeses en Italia y Estados Unidos, en la que todos los futboleros neutrales del mundo se unieron a su causa, son muy emocionantes y nos recuerdan que el fútbol se inventó para hacer feliz a la gente. “Me asusta pensar en cómo nos recibiréis cuando ganemos algo”, dice Jack Charlton en uno de los recibimientos que se hizo a la escuadra en Dublín, pero él era perfectamente consciente de que la selección había conseguido lo que solo los mejores equipos son capaces: unir a toda una comunidad en torno a nombres que se convirtieron en leyenda –Houghton, McGrath, Cascarino, Townsend, Packie Bonner– y momentos memorables que serán recordados durante décadas.

En la película hay una lección para todo equipo, sea club o selección: las grandes victorias no solo se logran en el césped. A veces, el mero hecho de ser, de compartir colores, de estar unidos, es el verdadero motivo de celebración. Como un grupo de amigos que cantan juntos.