Iñigo Martínez y Szczesny, el otro Barça

Mordisco. La imagen del Leganés-Barça fue el puño en alto de Iñigo Martínez después de sacarle un balón in extremis a Munir cuando el futbolista criado en La Masia tenía armada su talentosa pierna izquierda para hacer el 1-1 sobre la hora. El Barça aguantó en pie como pudo en Butarque, donde dejó la duda sobre si contemporizó o llegará extenuado a final de temporada. Pareció lo primero, especialmente porque el corazón mueve las piernas cuando se tocan los títulos con los dedos. La segunda vuelta le está devolviendo al Barça casi todo lo que le quitó la primera. Aquellas derrotas extrañas en casa contra Las Palmas y Leganés, incluso de la del Atlético, han sido compensadas con los 1-0 ante Rayo, Alavés, y la victoria sufridísima de Leganés que es otro mordisco de Liga.

Viejos rockeros. Fue una actuación sin glamour del Barça, con su flamante tridente semidesaparecido salvo las apariciones rabiosas de Raphinha; y Pedri dando síntomas evidentes de cansancio. El Leganés le fue ganando, metro a metro, y duelo a duelo a su rival, y Raba llevó de cabeza a Iñigo y compañía. Szczesny le salvó la primera parte al Barça con una parada salvadora. El gol fue la definición perfecta de que fue una victoria del ‘otro Barça’. Gerard Martín, obligado recambio del lesionado Balde, recuperó un balón providencial en su zona izquierda que acabó en el 0-1. El Barça, sin embargo, fue incapaz de mantener el control pese a que había metido a De Jong en el campo y metió el partido en una ruleta rusa de la que salió milagrosamente indemne. Seguramente, lo hizo gracias a sus veteranos. El Barça no son sólo niños. Szczesny cumple 35 años el viernes que viene. Retirado como estaba a finales de septiembre cuando le llamaron, el polaco, que estuvo tres meses poniéndose en forma, se ha metido en el bolsillo a una afición que le recibió casi como una mascota porque venía del retiro en Marbella; y que ahora lo tiene como un intocable y mira incluso con malos ojos esas extrañas prisas de Ter Stegen por reaparecer. Iñigo cumplirá 34 años en mayo y, por lo que cuentan, es el que manda dentro del vestuario. No es que tutorice a los jóvenes, es que pone firme a Lewandowski si es necesario. El día de su presentación, cuando venía operado de la fascia del pie derecho, Laporta anunció que fichaba “liderazgo”, pero los problemas físicos y el olvido de Xavi, que prefirió la pareja Araújo-Cubarsí, hizo pensar en un paso sin pena ni gloria por Barcelona. “No lo iba a consentir, Iñigo es un ganador”, cuentan los que le conocen. Su puño en alto guió ayer al Barça.

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