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Fútbol sala en la isla de los campeones

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El Palma Futsal se coló entre las alegrías del domingo. El primer título de su historia fue nada menos que en la Champions, cuya Final Four organizó en casa para exprimir sus bazas. La jugada salió bien. Dieciséis años después de que Joan Llaneras conquistara el oro mundial ante el atronador público del Palma Arena, otros 5.280 espectadores alentaron al equipo de fútbol sala hacia el título europeo en el mismo recinto, ahora llamado Velòdrom Illes Balears para enterrar las famosas corruptelas del pasado. El Palma tumbó a dos grandes, el Benfica y el Sporting, ambos campeones del torneo, para añadir su nombre a un palmarés donde se habían inscrito antes el Inter y el Barça, dos colosos de este deporte, y el Castellón, allá por sus orígenes.

El futsal es una disciplina que permite, de tiempo en tiempo, que algunas ciudades que no están habituadas a cantar el alirón asciendan a la primera plana. Ha ocurrido en la Champions, pero también lo hemos visto con el ejemplo del Jaén, tricampeón de la Copa de España. Algo parecido sucedía en su momento con el balonmano, que llevó a lo más alto del continente a Santander, Bidasoa, Pamplona y Ciudad Real. En el caso concreto del Palma, estamos ante el sueño particular de Miquel Jaume, que fundó el club hace 25 años, pero no vivió lo suficiente para verlo coronado, porque falleció hace dos. Su recuerdo está en boca de todos. El fútbol sala se eleva a la cima donde no puede subir el fútbol grande, el histórico Mallorca, que tiene en su palmarés una Copa y una Supercopa, pero no acostumbra a pelear los títulos. Palma es una isla de grandes deportistas, algunos de ellos campeones universales: Rafa Nadal, Carlos Moyá, Jorge Lorenzo, Joan Mir, Alba Torrens, Mario Mola, Rudy Fernández, Guillermo Timoner, Brigitte Yagüe… Pero le faltaba pegarse el alegrón internacional con un equipo. Ya lo tiene. ¡Campeona de Europa! Que no pare la fiesta.