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Fuimos Maradona, seremos Messi

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Como niños. No hay cosa más futbolera que el primer recuerdo mundialista de uno. Cada aficionado al fútbol tenemos el nuestro. Nos pertenece. Lo cuidamos como oro en paño, lo recuperamos cuando el Mundial regresa. Aquel gol. Aquel futbolista. Aquel partido del que podemos recitar resultado, goleadores y ficha técnica. Aquella tanda de penaltis ante Bélgica en el 86 que perdimos. La perdimos porque al ser de madrugada los niños españoles como yo no la pudimos ver —así me lo he repetido siempre—. Castigo divino. Bienvenida cruel y vitalicia al fútbol. Después del primer recuerdo podemos abrir el libro y recitar capítulos enteros. Nos acordamos del gol de Oman Biyik, del pase de Maradona a Caniggia, de los insultos del ‘Pelusa’ a los italianos, del gol de Brehme en la final del 90. Como dicen los que saben de fútbol, es más fácil refrescar las cosas antiguas que las nuevas. Quizá es porque así nos volvemos a sentir los críos que un día fuimos.

Nosotros. Como el Mundial no hay nada, créanme. El Mundial es el torneo de todos, el que engloba más al deporte rey que ninguno. A veces siento envidia de cómo los hinchas de los clubes grandes vibran con la Champions. Son felices si ganan, están decepcionados si pierden. Los que como yo somos de equipos medios o pequeños esperamos al Mundial para sentirnos así. Estamos más acostumbrados al fracaso que al éxito, al miedo que a la gloria. Por el fútbol sufrimos. Ganamos poco. Un Mundial nos convierte en importantes. Por eso son más —y diría que mejores— los aficionados a la Selección de Logroño, Jaén o Cáceres que los de Madrid o Barcelona. Que me perdonen estos últimos, pero ellos ya tienen bastante con ilusionarse cada temporada. Que nos dejen al resto hacerlo cada cuatro años, o cada dos con la Euro.

Ansia. En ese nivel de excitación nos encontramos en estos momentos. Llega el Mundial y sin embargo se habla de Qatar más que del torneo. Ayer mismo emitió un comunicado el secretario general de Qatar 2022, Hassan Al Thawadi, cargando duramente contra sus críticos. “Es muy lamentable que gran parte de estos comentarios se hayan desviado hacia la aceptación de la desinformación, el rechazo de los matices y la profundidad, y se apoyen en tropos racistas, prejuicios y estereotipos de larga data sobre Oriente Medio y el mundo árabe”, vino a decir. Quizá exagere. Quizá no. Dentro de 40 años los que hoy son niños no hablarán de esto y sí de Messi, de Mbappé, de Pedri, de Vinicius. El Mundial es así. El Mundial somos nosotros, no ellos.