El penalti de Lunin y las verdades absolutas
Después del Madrid-Celta leo con sorpresa juicios de gente que habla desde el púlpito de la razón absoluta. Es decir, lo que yo veo es la verdad; lo que tú ves, no. Para que quede claro antes de continuar en mi exposición: para mí hay penalti de Lunin. Sin embargo, me cabe el argumento contrario, el del que ve que el delantero del Celta se está tirando y arrastrando el pie en busca del contacto con el portero.
Tengo la suerte de contrastar siempre con gente del fútbol diversas situaciones en jugadas concretas. Y en esta, la mayoría aboga por el penalti, pero los hay también que opinan que no lo es. Y todos los que creen que fue se llevan las manos a la cabeza y reclaman vehementemente la intervención del VAR en esa jugada. Sabemos que el VAR, según el protocolo, entra para avisar al árbitro en situaciones de errores claros y manifiestos. Pues yo hago una reflexión. Si en la sala VOR el encargado de avisar al árbitro es de la opinión contraria a que es un penalti claro, es decir, tiene dudas en la jugada y se acerca más a los que ven que es el delantero el que se está tirando antes, la decisión correcta es no avisar al del campo, ya que para él tampoco es un penalti claro y manifiesto.
Y esta es la explicación sencilla de por qué el VAR no avisó al árbitro del césped. Esta jugada es una de las más difíciles de peritar en un terreno de juego y también en televisión. A mí me asusta en esta jugada en concreto la contundencia que han mostrado los que abogan por pitarlo y también los que defienden que se tira. Lo vuelvo a repetir: yo pito penalti, pero entiendo también al que vea que el delantero se tira hacia el portero.
El VAR vino para jugadas como el codazo de Tassotti, la mano de Maradona o el gol fantasma de la final del Mundial Inglaterra-Alemania, donde no cabía el menor atisbo de duda. Así que admiro la clarividencia de quien mete en la misma categoría la acción de Lunin. En jugadas de criterio y, sobre todo, si son grises, me gusta alejarme de la verdad absoluta.
Creo que el espíritu inicial de entrar solo en jugadas claras y manifiestas como las tres que he puesto de ejemplo se ha roto por la presión mediática que han tenido todos los organismos arbitrales. Han acabado sucumbiendo y analizando jugadas de criterio. Y esto ha llevado a que los jugadores busquen más el contacto y aumenten las simulaciones para tener la posibilidad de que el VAR intérprete que hay algo punible. Y esto no pasa solo en España. El sistema VAR es criticado, en este tipo de jugadas, en todos los países que disponen de él. Han abierto la caja de Pandora y ahora ya la opinión pública pide que el árbitro esté yendo a la pantalla al mínimo contacto.
Y un apunte final, el daño que las simulaciones hacen al fútbol no tiene correspondencia con las sanciones aplicadas. El beneficio siempre es mayor a la amonestación que recogen la reglas para este tipo de acciones. El día que la simulación se castigue con expulsión del jugador que finge, igual se lo piensa dos veces.
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