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El Real Madrid siempre vuelve

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Al término del tercer parcial, con 69-76 en el marcador, Sergio Rodríguez agitó ambos brazos como un molino para enfervorizar al Palacio. El Chacho, y bajo su batuta el resto del equipo, iba a darlo todo para intentar culminar el milagro, pero pidió la implicación del público. Si la última ventaja del Real Madrid en esta eliminatoria loca era jugar el partido decisivo en casa, había que exprimirla hasta la extenuación. El Chacho encendió a la grada, efectivamente, y de paso se encendió a sí mismo. El canario asumió el liderazgo, metió siete puntos seguidos en el arranque del cuarto, que acabaron siendo 13 al final del encuentro, y dio la vuelta al estado de ánimo y al marcador, después de un partido extraño, tan demencial como el resto del playoff, donde el Madrid ha ido siempre a remolque. Había ido por detrás en la serie, cuando tuvo que viajar al infierno de Belgrado con un 0-2 en contra que nunca nadie había remontado en la historia de la Euroliga. Y había ido por detrás, también, durante esta quinta y definitiva cita, que llegó a dominar el Partizán por 18 puntos de ventaja. Un Everest.

Al descanso, los visitantes ganaban 39-55, 16 arriba, y las sensaciones eran pésimas sobre las prestaciones del equipo blanco, que hacía aguas defensivamente. La inspiración del reaparecido Kevin Punter causaba pavor. Nadie hubiera apostado un duro en ese momento por la remontada local, pero alguien recordó la leyenda: ‘El Real Madrid siempre vuelve’. Un mito que vale tanto para el fútbol como para el baloncesto. Los más viejos del lugar dieron un paso al frente para recordarlo. Sobre todo, el Chacho Rodríguez, que dirigió la orquesta. También Sergio Llull, que se unió a la fiesta con otros ocho puntos. Incluso Rudy Fernández, que rodaba por los suelos con el arrojo de un juvenil. La experiencia también gana partidos. Y el corazón. Nunca nadie había levantado un 0-2. Tuvo que ser el Madrid. Histórico. La Final Four espera en Kaunas. Y la Undécima.