Algo de Hugo y poco más
Los Mundiales de Fukuoka terminaron con nueve medallas para España, tres de ellas de oro, una bonita cosecha que no debe nublar la vista sobre las luces y las sombras que flotan por las piscinas nacionales, a un año de los Juegos Olímpicos de París. El waterpolo volvió a lucir, con una plata femenina y un bronce masculino que reconfirman a ambas Selecciones entre las mejores del planeta. La sincronizada ha rescatado la gloria de antaño en el medallero, con un ilusionante oro del equipo técnico en una prueba olímpica. Las claves de la resurrección han sido la adaptación al nuevo reglamento de puntuación, el impulso de las pruebas masculinas y el recambio generacional liderado por Iris Tió, la nueva Ona Carbonell. Otro brote verde se vivió en los saltos, donde Ana Carvajal, que llegó a ocupar puesto de podio durante su concurso, proyecta un prometedor futuro a sus 16 años.
Hubo cosas notables, pero las sombras volvieron a caer sobre la disciplina reina: la natación. En comparación con los últimos Mundiales de Budapest, la actuación ha experimentado un ligero repunte, pero insuficiente. Se ha pasado de ninguna presencia en finales a tres, una del relevo 4x100 libre y dos de Hugo González, que se consolida como el capitán sin galones con dos séptimos puestos. Tampoco han destacado las marcas: sólo nueve mejoras en las 38 participaciones, lo que supone un 24%, con dos récords de España. Los resultados en Japón muestran una natación con la clase media estancada, lejos de los tiempos en los que Mireia Belmonte lideraba un grupo con Rafa Muñoz, Melani Costa, Aschwin Wildeboer, Jessica Vall… Tan sólo responde Hugo, aunque acompañado de la sensación de que puede dar más de sí. No es sólo un pálpito: en la NCAA ha sido capaz de doblegar a Leon Marchand, una de las estrellas de Fukuoka. Hace falta que se lo crea.