Un Clásico es un Clásico

Las previas de los grandes acontecimientos deportivos suelen estar apoyadas en todo tipo de antecedentes, en busca de pistas que conduzcan al pronóstico más certero, a veces basadas en estadísticas de la competición, en datos que se repiten con frecuencia, y otras, simplemente, inspiradas en la más pura tradición o superstición. Por eso, ante el Clásico que se disputa este jueves en la Final Four, ha sido inevitable recordar que el Real Madrid conquistó aquí mismo, en Belgrado, su décima Euroliga o Copa de Europa. O que las dos últimas veces que se ha celebrado este duelo en semifinales, ambas con Pablo Laso en el banquillo blanco, el triunfo se lo llevó el Madrid, aunque otros prefieren recordar que en 1996, con el propio Laso como jugador, fue el Barça quien doblegó a su eterno rival.

Hay precedentes para todos los gustos. Los más recientes están teñidos de azulgrana, porque el Barcelona ha ganado los cinco últimos Clásicos, un balance que sube a 11-3 desde que Sarunas Jasikevicius es técnico culé. El Madrid llega al Euroclásico con mejor racha de victorias: 9-0 por 7-2 de su oponente. Pero el Barça ha acabado líder de las dos ligas regulares que comparten, tanto en Europa como en la ACB. Cada cual tiene razones para la sonrisa, y para la preocupación. Al final, los antecedentes son, sobre todo, un ejercicio de entretenimiento, porque cuando el balón vuele en el salto inicial, el escenario será diferente. Un Clásico es un Clásico. Y se puede decantar para cualquier lado. Laso insiste mucho en la idea de “partido nuevo”; mientras que Jasikevicius trabaja en alertar a sus jugadores para que no salgan confiados y mantengan la tensión “los 40 minutos”. Un pulso así no se gana sólo en la pizarra o en la cancha. También en el vestuario. Incluso en el diván. Barça y Madrid están a una victoria de la final, a dos del título… Y nada de lo que ha ocurrido antes declinará la balanza.