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Carlitos se lo pasa bien

Repasemos de nuevo cómo ha transcurrido la vida de Carlos Alcaraz desde la fecha de su último cumpleaños. Jueves, 5 de mayo, el mismo día que soplaba 19 velas: gana a Cameron Norrie, número 11 del mundo, accede a cuartos del Madrid Open y se asegura la séptima plaza de la ATP. Viernes, 6 de mayo, con 19 años y un día: gana por primera vez a Rafa Nadal, el mejor jugador sobre tierra batida de la historia, y pasa a semifinales. Sábado, 7 de mayo, con 19 años y dos días: gana al número uno, Novak Djokovic, en su primer enfrentamiento en el circuito, tras una dura batalla de 3 horas y 35 minutos, se mete en la final y salta al sexto puesto del ranking. Y domingo, 8 de mayo, con 19 años y tres días: gana en apenas una hora de juego a Alexander Zverev, número tres mundial y doble campeón del torneo, otro niño prodigio con quien presentaba un balance previo en contra de 0-2, y levanta el título en la Caja Mágica, el segundo Masters 1.000 de su palmarés después del conquistado en Miami hace poco más de un mes. Cada partido, cada raquetazo, es una bella experiencia para el nuevo fenómeno del tenis.

Todavía en caliente, con los pies aún en la tierra de Madrid, el español contó el secreto del éxito en el micrófono de Álex Corretja. Dos claves: “trabajar duro” y “pasártelo bien”. Un consejo a las nuevas generaciones que vale para cualquier desafío de la vida y para cualquier edad. Lo primero se da por hecho, nadie puede alcanzar el nivel de Alcaraz sin trabajo, con talento sólo no sirve. Lo segundo marca, posiblemente, la diferencia. Alcaraz juega con una sonrisa, con amor y respeto al tenis, al deporte... Dice el murciano que, a su edad, prefiere que le llamen Carlitos, así lo ha grabado incluso en la bolsa de sus raquetas. El cuerpo pide todo lo contrario: llamarle Carlos, don Carlos… En el fondo, da igual. Lo importante es que Carlos, Carlitos, Charly siga siendo feliz. Que se lo pase bien. Y nosotros, con él.