Alirón 35º: ‘capolavoro’ de Ancelotti
Fue algo así como la crónica de un alirón anunciado. Tan seguro lo tenía Ancelotti que esta vez sí que hizo una rotación masiva, excepción en una temporada en la que ha insistido una y otra vez (hasta la imprudencia pensábamos muchos) en los mismos. Sorprendentemente, no descansó Modric, que además del Balón de Oro que ya tiene merecería un superpremio que se llamara ‘Conejito Duracell’. También jugó Casemiro, esta vez de central, obligado por el agujero que había atrás. Y Courtois, porque el portero no se cansa. Y dos vicetitulares, Rodrygo y Asensio, que se disputan un puesto en el que se les puede colar Valverde.
Visto lo que viene hasta me pareció mucho arriesgar, pero no hubo ningún percance que lamentar sino un partido plácido ante un Espanyol que tiene muy poco. Corto de juego, corto de rebeldía. Dos goles de Rodrygo, uno de Asensio, uno final de Benzema que entró, como otros, para sudar y soltar nervios en la última media hora. Los no habituales cumplieron. Me gustaron especialmente Camavinga y Ceballos. A éste le vi en muy buen tono pese a lo poco que ha jugado. Luego, fiesta en el estadio, sobria y bien organizada, copa en alto, entregada por Rubiales en la penumbra del palco. Bajar a darla hubiera sido exponerse innecesariamente. Y a Cibeles.
El Madrid ha sido campeón por buen tono general y con un póker de jugadores sobresalientes: Benzema (bueno, a este le cabe la matrícula de honor), Vinicius, Modric y Courtois. Pero quizá el nombre al que más haya que asociar este título sea el de Ancelotti, llegado de improviso a administrar lo que pensábamos sería un año de transición, con un equipo envejecido, añorante de Cristiano, sin fichaje lujoso, con el repentino agujero de la pareja de centrales. Contra pronóstico la vieja guardia ha aguantado un ritmo tremendo. Despertó a Vinicius, templó la nueva pareja de centrales, mantuvo el sosiego. Lo suyo ha sido un capolavoro.