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Alcaraz tiene el aura de los grandes campeones

Carlos Alcaraz sigue su camino. En progresión galáctica. Cada uno de sus tres títulos en el circuito ha ocupado un peldaño más alto que el anterior. El último año conquistó el ATP 250 de Umag. Su estreno profesional. El pasado febrero, el ATP 500 de Río. Su confirmación. Y este domingo, el Masters 1.000 de Miami. Su coronación. Ahora le falta un Grand Slam. O varios. Su doctorado. Pero no tengamos prisa. Ya llegará. Alcaraz va quemando etapas de una en una. Más rápido que otros jugadores emergentes, eso es verdad. La diferencia es que Carlos no crece paso a paso, sino que lo hace zancada a zancada, salto a salto… Su irrupción en el tenis recuerda inevitablemente a Rafa Nadal, el ejemplo de precocidad más parecido en los últimos tiempos. Perdón por la comparación. Alcaraz tiene el aura de los grandes campeones, un club en el que ya ha derribado la puerta, porque en Miami no gana cualquiera. Y menos a los 18 años y 333 días. Nadie se había coronado en Florida a su edad. Y sólo otros dos lo hicieron más jóvenes en un Masters 1.000: Michael Chang y el omnipresente Nadal.

El futuro está aquí. Alcaraz ya es presente. Un jugador capaz de ganar allí donde nunca antes lo había hecho otro tenista español. Ni siquiera Nadal, que jugó cinco finales. Ni tampoco Sergi Bruguera, Carlos Moyá y David Ferrer, que también pelearon el título. No es que el tenis sea ahora más fácil que entonces. Es que Alcaraz hace fácil el tenis. Todavía le faltan muchos detalles por pulir. Como esos inicios de partido que le tuvieron a remolque ante Stefanos Tsitsipas, Miomir Kecmanovic y Casper Ruud. O su recuperación física. Pero es que tiene todavía ¡18 años! Se le puede perdonar algún error. Alcaraz aprende a toda velocidad, eso es lo importante en alguien de su talento y de su edad. Y si se le escapa algo, a su lado tiene a Juan Carlos Ferrero para recordárselo. Otro número uno.