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El discreto segundo plano de Laporta

Exhibición de 'seny'. A Laporta, que es un tipo de intuiciones, le pareció bien mantenerse en un discreto segundo plano después del 0-4 del Clásico. Por su personalidad, no debe ser sencillo contenerse (ha aparecido solo una semana después en sendas entrevistas a Mundo Deportivo y El Periódico), pero su discreción fue un detalle de seny en todos los sentidos. Para el eterno rival, que tiene un comportamiento ejemplar siempre en el Bernabéu y que estuvo señor con el minuto de silencio por el expresidente Raimon Carrasco, que había fallecido el mismo domingo a los 98 años. Ni siquiera envió ese vídeo dirigido a los socios que se ha hecho norma en los últimos meses. A Laporta, además, tampoco se le vio en ninguna de las imágenes que el club facilitó después del triunfo. La gloria esos días debe ser para los jugadores y él tiene esa intuición para saber cómo respiran los vestuarios. Además, venía de un episodio controvertido en enero, cuando el club emitió aquel vídeo en el que se veía a un Laporta encendido pese a haber perdido un Clásico. Una imagen sorprendente que encontró la réplica de Frenkie de Jong. "Me dio pena que se dijera que estábamos orgullosos. Cuando pierdes, hay que estar decepcionado".

El brillo colectivo. Así que lo de Laporta en el Bernabéu, al menos en cuanto a exposición pública se refiere, se quedó en una foto sobre el césped con sus directivos para inmortalizar el momento. Estuvo a la altura y se puso a otra cosa. El mensaje interno que ha transmitido el presidente a sus jugadores es que, por más difícil que esté, hay que ir a por LaLiga y, por supuesto, estimular a la afición con un título, la Europa League, que le permitiría ver este mismo verano en la Supercopa de Europa si está legitimado para volver a las alturas de la Champions. Ha sido una semana emotiva en el Barça, que ha cumplido seis años desde la despedida de Cruyff y ha hecho otro guiño humanitario con el paso de UNICEF a ACNUR. Mientras, y de fondo, también se ha abierto otro debate en el club. Si este Barça que avanza en buena dirección tiene que poner la guinda del pastel con una megaestrella (Haaland, Salah, el último Lewandowski) o es la hora de un equipo. La imagen de once jugadores trabajando a destajo, sin privilegios, y desplegando buen fútbol, ha enganchado a la afición, que se identifica con la humildad y el sentimiento colectivo de Busquets, De Jong, Pedri, Gavi o Ferran. El vedettismo de la época del tridente terminó muy mal y tal vez sea tiempo de otro modelo. Pero Xavi sigue loco por convencer a Haaland... Algo tendrá en la cabeza.