El abrazo de Ucrania y Rusia

El oro de Qi Guangpu pasó inadvertido fuera de China, porque el foco apuntaba a sus dos compañeros de podio. El 16 de febrero, en el Genting Snow Park de los Juegos de Invierno de Pekín 2022, al término de la competición de aerials de esquí acrobático, Oleksandr Abramenko, medalla de plata, e llia Burov, de bronce, se fundieron en un abrazo. El gesto no tendría nada de particular si no fuera porque Abramenko es ucranio y Burov, ruso, y porque se produjo en un creciente clima prebélico entre sus dos países, que este jueves confirmó su estallido con el ataque de Rusia a sus vecinos. Los dos freeskiers escenificaban así su amistad, igual que habían hecho en los Juegos de PyeongChang 2018, cuando se envolvieron en la bandera de Ucrania en el podio.

Hoy es un buen día para rescatar una foto que nos recuerda la aportación del deporte en medio de la sinrazón humana. Seguramente Abramenko y Burov tardarán un tiempo en volver a abrazarse, pero han dejado constancia pública de sus sentimientos, por encima de la consigna de Ucrania que ordenaba a sus atletas no tomarse fotos con sus compañeros rusos. No era la primera vez que pasaba. Yaroslava Mahuchinkh ya recibió un tirón de orejas el año pasado por sus muestras de cariño con María Lasitskene tras el salto de altura de los Juegos Olímpicos de Tokio.

Los atletas están por encima de estos conflictos, pero no son ajenos a ellos. Y menos ante una guerra de una magnitud que hace temblar al mundo y, en consecuencia, también al deporte, que integra la misma sociedad. De entrada, varios clubes de fútbol han roto contratos con empresas rusas; la Euroliga ha aplazado partidos, mientras que el Zalgiris ha anunciado que no volverá a jugar contra equipos rusos; la Champions busca sede para sustituir a San Petersburgo en la final; el COI se ha quejado de la violación de la Tregua Olímpica; el GP de Sochi de F1 está en entredicho; los jugadores y los técnicos extranjeros que militan en Ucrania exploran la manera de salir de un país en llamas… La deriva es imparable. Y no sería de extrañar que los vetos hacia Rusia se multipliquen... Cuando los deportistas, en realidad, sólo quieren abrazarse.