Baloncesto en tiempos revueltos
Este jueves, a partir de las 20:45 horas, se hablará solo de baloncesto alrededor del partido de la Selección. Del gran ambiente de Córdoba, como lo fue en la cita anterior en Jaén. Del fondo de armario del basket español sin sus jugadores de la NBA y la Euroliga. De la influencia, o no, de la ausencia del lesionado Rubén Guerrero en la lucha interior contra los gigantes Artem Pustovyi y Viacheslav Kravtsov. Del posible pleno de tres victorias de España en su ruta al Mundobasket 2023. Alguien comentará también, aunque cada vez menos, el sinsentido que supone que el equipo nacional compita el mismo día que el Real Madrid y el Baskonia. Las Ventanas FIBA cumplen su undécimo capítulo, así que la polémica se ha desinflado y la incoherente coincidencia se ha asimilado con resignada naturalidad.
De todo esto se conversará a partir de las 20:45, en el Palacio de Vista Alegre o frente a la pantalla de Teledeporte, pero durante las fechas previas de lo que se ha hablado, inevitablemente, ha sido del rival de España y de la delicada situación de su país: Ucrania. El apoyo efectivo de Vladimir Putin a la zona independentista prorrusa del Donbás ha caldeado el ambiente prebélico, aunque mucho antes ya se consideraba inviable que la ex república soviética pudiera acoger un partido de baloncesto internacional. O de ningún otro deporte. El Motor Zaporozhye de balonmano, que este miércoles jugó en Polonia, ha recibido la consigna de la EHF de disputar sus próximos partidos locales de la Champions fuera de su país. La FIBA manejó varias opciones para esta Ventana: jugar el encuentro del domingo 27 en el mismo pabellón de Córdoba, hacerlo en una sede neutral en un país del Báltico o trasladar la cita a finales de junio, a ver si para entonces se ha sofocado la tensión. Al final se decidió el aplazamiento, mientras el mundo escucha sobrecogido los tambores de guerra desde Ucrania.