Las Ventanas siguen mal concebidas

Las Ventanas FIBA han cumplido cuatro años desde su polémico estreno en noviembre de 2017. El aniversario ha coincidido con la reedición de la misma fase clasificatoria. España ha debutado con dos victorias ante Macedonia y Georgia, que encaminan el pase al Mundial 2023. La sensación ya no es de tanta angustia como entonces, cuando la ausencia de los jugadores de la Euroliga y la NBA hacían temer por una exclusión del Campeonato y, a la postre, de los Juegos. No sólo no ocurrió, sino que la Selección ganó aquel título en 2019, y los jugadores de las Ventanas que habían logrado el pasaporte recibieron la categoría de héroes. Durante este periodo hemos llegado incluso a cogerle cariño a las Ventanas, que permitieron resucitar a veteranos como Fran Vázquez y Sergi Vidal, coronar como campeones mundiales a Quino Colom, Xavi Rabaseda y Javier Beirán, hacer olímpico a Xabier López-Arostegui… Entonces nos mostraron el fondo de armario del basket español. Y ahora los aficionados se han acostumbrado, el enfrentamiento eterno del baloncesto ha bajado el tono y el miedo al apocalipsis ha desaparecido.

Pero, a pesar de la aparente normalización, las Ventanas mantienen todas sus contradicciones. La primera es de concepto: ¿Qué aporta al espectáculo interrumpir la temporada para competir con selecciones sin los mejores? Luego, la amenaza de una eliminación prematura sigue vigente. España no lo experimentó, pero sí la Eslovenia de Luka Doncic, entre otras. Y, además, hay cierta injusticia en la aportación de los clubes. Mientras que la Euroliga no cede a los suyos, los clubes del siguiente escalón son desplumados. Pongamos un caso reciente y caliente. Andrew Albicy se ha lesionado con Francia. En la misma posición de base juega Thomas Heurtel, que no disputa estos partidos. El Gran Canaria y el Real Madrid son rivales en la ACB. Por encima del romanticismo, las Ventanas siguen mal concebidas.