El VAR, Silva y la lesión de Galarreta
Me llamó la atención la retirada de Silva al vestuario en el descanso debatiendo con Munuera sobre su mano. Ya no iba a ninguna parte, el penalti lo había detenido Remiro, pero Silva porfiaba obsesivamente con Munuera, que le contraargumentaba con firmeza. Obviamente, lo que el arbitraje de hoy (el santón de moda, Mateu Lahoz, estaba en la sala VOR, así que ‘magister dixit’) considera mano no lo es en muchos casos para los futbolistas. Una y otra vez se ven sorprendidos con penaltis por un golpe (o hasta un roce) en una mano que tienen en la posición a la que ha llevado su movimiento natural, no una intención dolosa de colocarla así.
Por mi parte, ya me he resignado a que sea mano lo que se les ocurra y que a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Si Silva, con el carrerón que lleva, no puede entenderlo, ¿quién podría? Sí me da rabia el estilo imperante entre los árbitros de VAR, tan sexadores de pollos para descubrir manos inocentes o anular goles por fuera de juego por el pelo de una gamba y tan descuidados para jugadas de más calado, como la entrada tremenda y de graves consecuencias de Víctor Ruiz sobre Ruiz de Galarreta en el Betis-Mallorca. Una entrada violenta por detrás con guadañazo final con la otra pierna. El saldo fue camilla para Galarreta y amarilla para Víctor Ruiz.
Para Galarreta la jugada ha supuesto la tercera rotura del cruzado. A saber cuándo vuelve a jugar, pero Soto Grado lo dejó en amarilla. Se puede admitir que un árbitro perciba mal la dimensión de una jugada en directo; hasta un parpadeo puede rebajar su percepción. Pero que Estrada Fernández, que la vio en la tele repetida desde varios ángulos, lo dejara ir me deja atónito. El mejor partido que se le podría sacar al VAR sería perseguir (y con ello prevenir) estas barbaridades. Pero con el VAR el arbitraje se ha perdido en un bosque de detalles y tonterías como la imposible catalogación de las manos y ha olvidado lo esencial.