Un vuelco a la jerarquía del futsal
“Esta no es la victoria con la que queríamos terminar”. Todos los jugadores españoles que pasaron por los micrófonos de Teledeporte repetían, más o menos, la misma frase. El bronce en la Eurocopa no se festejó igual que hemos visto en otros deportes de equipo como el balonmano o el baloncesto. Hubo abrazos, una piña final, las lágrimas de despedida de Carlos Ortiz y Jesús Herrero, pero la celebración distaba mucho de la euforia. Ya hablamos en los prolegómenos del torneo del peso de la historia: siete títulos europeos y dos estrellas mundiales. Un palmarés así siempre obliga a ganar. Por eso el bronce, aunque meritorio, sabe a poco. También porque confirma la sequía de títulos más larga de su andadura, a la vez que consolida la nueva jerarquía del futsal. Ni España, ni Brasil jugaron este domingo las finales de la Eurocopa y de la Copa América. Algo impensable hace unos años. Portugal y Argentina han asaltado esa cumbre, en paralelo al crecimiento de otras selecciones como Rusia, Paraguay, Kazajistán, Irán... El orden ha cambiado. Es una rotunda realidad.
A pesar de ello, hay que dar cierto valor al bronce del equipo de Fede Vidal, aunque sepa amargo, porque prolonga la racha europea de podios a doce consecutivos, lo que equivale a un pleno en todas las ediciones. Salvo la Selección de hockey patines, que lleva la friolera de 38 medallas seguidas, ningún equipo español puede presumir de una regularidad así en el continente. La victoria sobre Ucrania tiene el mérito de recordar que España, aunque no se cuelgue el oro desde 2016, continúa asentada en la élite y puede regresar a lo más alto en cualquier momento. Y también pone el broche con un triunfo a la trayectoria de Carlos Ortiz, 215 veces internacional… Al capitán le hubiera gustado el oro, claro que sí. Pues ahí queda su ejemplo para la reconquista de las nuevas generaciones.