El vivero del tiro olímpico

Lo que no habían conseguido por separado en varias intentonas olímpicas, lo lograron juntos. Alberto Fernández, que disputaba sus cuartos Juegos y siempre se había bloqueado porque llegaba como favorito, y Fátima Gálvez, que venía de ser quinta en Londres 2012 y cuarta en Río 2016 de donde se fue triste con la medalla de chocolate, sumaron su precisión en Tokio para hacer que media España contuviera la respiración delante de la tele. Es la magia de los Juegos. La que permite que un deporte poco mediático pero con arraigo en muchos clubes modestos repartidos por el país (511 en 2020 según los últimos datos disponibles del Consejo Superior de Deportes) escape del anonimato.

A los dos les metieron el veneno de la escopeta y el olor a pólvora sus padres, Gregorio y Pío, y ellos sueñan con que su deporte trascienda de esos ambientes familiares en los que se mueve para llegar al gran público. Como ocurre en Italia o en Estados Unidos, donde los tiradores también pueden ser estrellas. El tiro olímpico es el vigésimo deporte en número de licencias en España (43.000 y tiene otras 46 federaciones por detrás como Piragüismo, Triatlón o Vela que están mucho mejor situadas en el escaparate). Sus resultados en Mundiales y Europeos son excelentes y, con un empujón y un buen plan (hay muchas especialidades), podría ser un vivero de medallas. Alberto y Fátima no paran de romper platos para recordárnoslo.