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España se ordenó en torno a Busquets

Ojo a Suiza. Estos equipos que alcanzan una victoria inesperada y ya no tienen nada que perder y mucho que ganar son peligrosos. Suiza viene de dar la gran campanada al batir al gran favorito, Francia, cooperando así al exterminio del llamado 'Grupo de la Muerte', el que reunió a franceses, portugueses y alemanes con Hungría en el papel de víctima contra el que intentó rebelarse. Hablo nada menos que del campeón del mundo, el de Europa y Alemania, favorita perenne en todas las competiciones desde los 70. La Euro ha perdido grandes equipos y grandes jugadores, pero han sido unos octavos formidables. Los mejores hasta la fecha.

España, al revés que Italia, que ha ido de más a menos, está en un papel también interesante: el de equipo que empieza con vacilaciones pero se va entonando sobre la marcha. Luis Enrique retocó el once, pero sobre todo se ha notado la aparición de Sergio Busquets, que le da un mejor sentido al juego desde su papel en el cruce de caminos. El juego ha sido menos balonmano (lejos de mí atacar al balonmano, que remedia ese tedio de la circulación estéril sancionando el juego pasivo) y más fútbol de peligro y profundidad. Ahora la posesión no sólo nos sirve para que no la tenga el otro, que no es poco, sino para hacer daño.

De Suiza nos queda el recuerdo de aquella derrota en Sudáfrica, remediadísima después, pero esa fue su única victoria contra 16 de España y 5 empates en un total de 22 partidos. Sólo que esta Suiza es mejor que otras del pasado. Tiene futbolistas de 17 procedencias distintas, hijos de trabajadores llegados allí para hacer las tareas que a los locales les resultan más engorrosas que la de contar en el banco el dinero de todos. Eso sí, les falta Xhaka, su Busquets, y lo han de notar. Luis Enrique cambiará poco o nada. España jugará como suele, hacia arriba y exponiendo. Suerte, vista y al toro, que no es una mona pero tampoco un miura cinqueño.