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Vísteme despacio que tengo prisa en el Real Valladolid

Anda el personal un poco nervioso porque no se concretan ni la nueva y revolucionaria estructura que anunció Ronaldo en el área deportiva, ni la figura del director deportivo, ni el entrenador. Seguro que a todos nos gustaría poner cara a todas estas incógnitas para pasar a la siguiente pantalla, la reducción a la mitad, por lo menos, de una plantilla de 39 jugadores, y la ilusión de cada verano de los fichajes. Frente a este nerviosismo, el club se aplica el "vísteme despacio que tengo prisa". Es decir, hagamos las cosas bien y no rápido. Y estoy de acuerdo. Lo he dicho en varios medios en los últimos días. Para el Real Valladolid en este momento es más importante acertar que correr. Porque la decisión de quién sea el entrenador es clave para que el equipo pueda aspirar a ascender directamente, objetivo marcado por el presidente.

Y tampoco va tan lento el proceso de búsqueda de director deportivo en el Real Valladolid. Lalo Arantegui es una de las principales opciones para liderar un organigrama deportivo que no es público. Con todo, en la Avenida del Mundial 82 tienen claro que nadie quiere fallar en la ficha clave: el entrenador. Tengo la sensación de que esperan a Pacheta y éste a ver qué pasa en Granada. Sabemos que se han entrevistado con Míchel y José Gomes, y no es descartable que se espere un poquito por Iraola y Francisco, que están inmersos en la pelea del playoff por ascender. Sea el que sea será la pieza clave. En eso anda, sobre todo, Matt Fenaert, CEO del club.

Entiendo las dudas. Cualquiera que estuviera medianamente cerca del Real Valladolid sabía que Miguel Ángel Gómez y Sergio González no iban a seguir. No desde la segunda semana de mayo, sino desde hace varios meses. Se podía, se tenía, que haber avanzado mucho más en este proceso de selección, sobre todo en la figura de director deportivo vaya a tener las atribuciones que vaya a tener. Se entiende un poco más el retraso en la selección del entrenador porque dependía de la categoría en la que jugase el equipo. Tiempo perdido que podía resultar esencial, pero las cosas se han hecho así y ahora es mejor, insisto, acertar, que correr.

Ayer se despidió Sergio González. Un entrenador histórico en el Real Valladolid al que seguramente le sobró la última campaña, pero que creyó, firmemente, hasta el final en que podía salvar al equipo. No se ha quedado por dinero. Hubiese ganado mucho más si se hubiese ido antes. No seré yo quien diga que no se pueda criticar a alguien, pero algunos mensajes me dejan preocupado por su falta de respeto personal. No hay memoria en el fútbol. No en el Real Valladolid, sino en el fútbol. Y es que es tan difícil salir bien de un club... Por unas razones u otras, abandonar una entidad se parece demasiado a terminar una relación amorosa tormentosa. Fijense en Ramos, Zidane, Luis Suárez o, claro que sí, Sergio González.

Y, para acabar, me gustaría resaltar mi sorpresa ante el hecho de que las culpas del descenso se han centrado en el técnico y en el presidente, mientras que los jugadores, y el anterior director deportivo, se han ido de rositas. Cierto es que el entrenador no estuvo fino en algunos aspectos, tampoco tuvo un mínimo de suerte, y que el dueño confió en el catalán hasta el final... pero ¿y los jugadores?. En la guía AS de la temporada 2020-21 escribí que cada vez que había habido una renovación grande, que se intentaba dar el famoso salto de calidad, el equipo descendía. Ha vuelto a pasar. Y, sinceramente, lo que ha pasado en el vestuario esta campaña se parece demasiado a lo que sucedió en el descenso de la temporada 2009-10. Esperemos que hayamos aprendido esta vez y que el presidente entienda que los jugadores pueden ser estrellas, se les puede mimar, pero tienen que rendir y responder a ese trato. Puede estar muy bien eso de darles todo lo que quieran (aunque yo no estoy de acuerdo), eso de "a los jugadores hay que tratarlos como estrellas de Hollywood" o como 'galácticos', pero tienen que demostrar que lo merecen. Y este año no lo hicieron.