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Una sangría que ya es desesperante

Nuevo mazazo. Uno más. De nuevo en los últimos quince minutos se tira el trabajo de todo un partido. Una vez más se le hizo muy largo el encuentro al Valladolid. Nadie sabe bien la causa exacta de lo que está pasando, pero lo evidente es que cuando llega la recta final de los partidos el conjunto de Sergio no resiste prácticamente nunca. Da igual el rival, no importa si es en Zorrilla o fuera, pero los rivales lo saben y buscan con insistencia hasta el final remontar los choques. En los dos goles del Granada los de Diego Martínez llegan al área con cinco jugadores desbordando a la endeble defensa vallisoletana.

Ayer el Valladolid se diluyó como un azucarillo ante un rival que le acabó aplastando. No sé si será falta de respuesta física, que puede ser visto el rendimiento en los finales de partido y en número tan alto de lesiones musculares, pero lo que es evidente es que falta manejo de partido desde el banquillo y desde el terreno de juego. Ayer se veía con claridad que el Granada estaba superando a los pucelanos. Rompían líneas con enorme facilidad. Roque Mesa, que estuvo magnífico, bajó el ritmo y Hervías, Alcaraz y compañía llegaban siempre tarde o cometiendo falta. Hasta incluso el Granada dio un aviso en el gol anulado tras el fallo de Masip. Se veía venir, había que reforzar al equipo atrás y en el centro del campo. Sergio, que dice que pensó en sacar a Oriol al campo, no lo hizo y se equivocó. Permitió un correcalles con un rival que era mejor tras todos los cambios. Grave error. El equipo necesitaba un plan urgente para cerrar espacios y el entrenador no reaccionó. El Granada acabó aplastando al Valladolid. Solo el remate de Kodro al larguero pudo haber cambiado el desenlace final, pero la suerte tampoco ayuda.

El golpetazo es muy duro para el Real Valladolid. Las expectativas de alejarse de la zona de descenso se evaporan de nuevo y vuelven las dudas. Una victoria en trece partidos es poquísimo, son números para bajar a Segunda. Tras lo de ayer, nadie duda ya de que las ocho jornadas que restan van a ser agónicas. El aficionado hace cuentas y no consigue saber como se van a sumar los puntos necesarios para no bajar. De momento, dos finales dramáticas ante Elche y Cádiz en las que no se puede fallar. El calendario que viene después no es para ser muy optimistas. Elche y Cádiz como tabla de salvación inmediata. No se puede pensar en más.

Los diez días entre partido y partido son una bendición. Sergio necesita, entre otras muchas cosas, recuperar jugadores. Hay que preparar el partido ante los ilicitanos a conciencia. Hay media temporada en juego. Demasiadas bajas en momentos cruciales. Todo se está juntando. El único motivo para la esperanza es que, aun así, se está fuera de los puestos de descenso. Diez días que se harán muy duros hasta que llegue el momento. Son las consecuencias de haber vuelto a desaprovechar ayer la enésima oportunidad.