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El portugués se arrepiente tarde y mal

Diciembre de 2017, el Real Madrid está disputando el Mundialito de Clubes que terminará ganando ante el Gremio con un gol de Cristiano Ronaldo. En una habitación del hotel Four Seasons de Abu Dhabi se inicia el definitivo adiós del jugador portugués al club blanco. Ronaldo, que viene de unos meses complicados en los que ha tenido que declarar ante el juez por fraude fiscal y tiene por delante una segura multa millonaria que pagar, se siente humillado y está encolerizado. ¿Cómo un jugador que ha dado al Real Madrid todo lo que él le ha dado puede verse en esa tesitura? ¿Cómo siendo la bandera del club más importante de España, ganando sin parar Champions y Balones de Oro, puede verse sometido al escarnio público y al agravio de ser condenado y tener que pagar la millonada que va a tener que pagar? No se lo merece y quiere verse recompensado. O le doblan el contrato, o se irá...

Florentino Pérez le dijo a Cristiano que aquello no podía ser y el portugués exigió que le pusieran un precio de salida porque en junio se marchaba. Hay fotos de aquellos días que reflejan la distancia entre presidente y jugador. El Madrid estaba ante la tesitura de perder un futbolista legendario, imposible de sustituir en la plantilla, pero tampoco quería condicionar su economía por equilibrar las cuentas del futbolista con la Hacienda española. Sin duda fue un trago amargo.

Han pasado tres años y resulta que Cristiano Ronaldo se ha dado cuenta de su grave error. Ha ganado más dinero, pero ha perdido estatus y categoría. Su entorno filtra un ofrecimiento para volver, pero su tiempo pasó y su retorno es una ensoñación. Los goles que dejó de marcar ya no los podrá devolver y el club tiene que mirar al futuro, porque en el fútbol regresar al pasado es un mal camino.