Fernando Vázquez se va con un puñal en la espalda

Se despidió Fernando Vázquez, en una rueda de prensa que nunca quiso dar. No quería por la tristeza de la despedida y tampoco por no depellejar al Deportivo si decía toda la verdad sobre su salida. Como ya comenté allá por el 21 de diciembre, estaba sentenciado. No por la afición, no por la prensa, por los enemigos internos. Así de claro lo ha dicho en su adiós, aunque sin ponerle el cascabel al gato. Sin ponerle nombre a los que desde dentro han hecho rodar su cabeza. Y rueda después de perder dos partidos. Después de ser líder de Segunda en la segunda vuelta que estuvo en el banquillo. Después de lograr la ansiada paz social en el entorno del Deportivo tras su fichaje por Fernando Vidal para llegar a la presidencia. Después de ejercer de presidente durante toda la crisis Fuenlabrada. Después de haber firmado un contrato por dos temporadas y media que se quedaron en 371 días.

El carácter autodestructivo del Depor, esa frase pronunciada por Víctor Fernández que tanto molesta a algunos, sigue muy vigente. Antes el entorno, cada uno que le ponga apellidos, devoraba técnicos y presidentes. Ahora, una vez las aguas están tranquilas, las bombas se ponen desde dentro. Ayer un exdeportivista y ahora director deportivo de Osasuna, Braulio, daba una lección de lo que es respaldar a un entrenador con sus declaraciones sobre Jagoba Arrasate. Merece la penar leerlas, o casi mejor escucharlas. Cuando lo hagan, compárenlas con las de “no hay debate con Vázquez” de Vidal en la presentación del Teresa Herrera. Fernando se va sin poder acabar su labor y parece que con amigos, pero también con un puñal en la espalda de las dimensiones de una espada. Esperemos que Rubén de la Barrera tenga mejor suerte en lo deportivo y, también, con las intrigas palaciegas.