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Vinicius merece mejor trato de Zidane

Muy en su ley, el Madrid hizo en un partido difícil más que en los presuntamente fáciles. En Sevilla enmendó el tipo y ganó, Vinicius mediante, que si no es goleador sí es especialista en provocar autogoles del rival. Premio justo a su juego insistente, cargado de una ambición que le distancia mucho de Rodrygo y no digamos ya de Asensio. Se entiende que le quite el sitio Hazard, en el que es obligado depositar fe, pero no los otros. Ayer estuvo en todas las jugadas de peligro del Madrid, que no fueron muchas, pero sí las bastantes para ganar a un Sevilla decepcionante, sin nervio, dejando en un ejercicio inútil la rotación masiva del miércoles.

Con esta victoria Zidane abre el paracaídas hasta el miércoles, y con suerte hasta el sábado, cuando reciba el Atleti, que ganó a renglón seguido al Valladolid, y sigue seis puntos por delante del Madrid y con un partido menos. Volvió Luis Suárez, ya vencido el COVID, pero los goles los marcaron Lemar, que por fin empieza a jugar como sabemos que sabe, y Llorente, ese mediocampista reconvertido por Simeone en atacante afilado. Gran acierto del Cholo. Llorente se ha convertido en una baza seria de ataque en un equipo que con él, con João Félix, con las aportaciones de Correa y el punch de Luis Suárez le coge afición por fin al ataque.

Pero el plato fuerte de la jornada se sirvió en el aún llamado Carranza, con la victoria del Cádiz 2-1 sobre el Barça. El Cádiz de Álvaro Cervera, de presupuesto parco y planteamientos herméticos. Muy juntitos atrás, muy estudiadas las mañas del rival, con escasos y oportunos despliegues. Así jugó el Cádiz, que ayer castigó dos errores atrás del Barça y atrás no los tuvo, salvo que contemos así el rebote del centro de Jordi Alba en Alcalá. Después de dos victorias europeas sin Messi, derrota doméstica con él, cuyo ceño no se despeja. Koeman, a su vez, lo mira todo entre abatido e incrédulo. El Barça queda a 12 puntos del Atleti, a igualdad de partidos.